Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


domingo, 13 de enero de 2013

A estos monstruos los llamaré experiencia.

No es desaparecer. Es intentar que olvides. Tratar un rato al olvido. Tomarse un café con él. Pensar con la cabeza es equivocarse con el corazón. Pero y qué. Llegados a este punto sólo me queda el sonido de lo inevitable. No estoy segura de mi. Y aquí me quedo con ésta nada. Qué demonios puedes conseguir cuando ni siquiera tienes rumbo. Levantarse con la sonrisa descolgada. Y con un perpetuo y estridente dolor de estómago. Lavarse la cara y colocar esa mirada. Me voy martilleando la mente persiguiendo una actitud que me eleve los pies del suelo y me haga sentir todo aquello que sentía antes. Y desesperanza. Y más dolor de estómago. Y lámparas encendidas y frío en el balcón. Y me gusta helarme pero ya nunca me mojo. Sólo llueve aquí dentro, entre estas cuatro paredes. Estoy haciendo historia y yo sin ti. Los párpados con ganas de cerrarse pero no de enfrentar las pesadillas. Como si estar despierta no fuera ya una angustia. ¿Porqué luchas tú ahora? Porque yo tengo tantas metas que me voy quedando por los caminos. Y algo no me deja seguir. El fin del mundo soy yo. Y un miedo que va pasito a pasito dejándome en silencio. Porque no quiero volver atrás. No otra vez ni de la misma forma. Y ahí seguimos. Entre escombros. Otra vez aquí, en mitad de una agoniosa incertidumbre que me grita. Y siempre faltan manos debajo de mis mantas. Y nunca estás. Un incendio que te abrasa por dentro. A veces no te das cuenta que has cruzado la línea, hasta que es demasiado tarde. Y que no te das cuenta que yo no puedo. Que ya lo sufrí una vez. Hacer de tripas, corazón. O mejor. Hacerte trizas, corazón.
Que alguien mande callar a esos monstruos.

sábado, 12 de enero de 2013

Pues nos espera mucha lluvia, ya lo sabes.
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My madness keeps me sane.