Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


martes, 19 de noviembre de 2019

Flores de otoño.


''Te dicen que madures. Te lo dicen a todas horas y por todos los medios posibles. Te lo dicen en la televisión. Te lo dicen los libros: tan polvorientos, tan sabios. Te lo dicen en tu casa delante de un amargo plato de lentejas estofadas que parece que no se termina nunca. Te lo dicen en la escuela. Luego te lo vuelven a decir en la universidad, fundamentado, esta vez, en algún sistema filosófico de valores y creencias que goza de gran veneración por parte de innumerables sabios en sus áreas de conocimiento y que también viene a decir: madura de una puta vez, chaval.


Te dicen que la vida no es como en las películas. Que todo tiene un principio y un final. Te dicen que uno debe aprender a resignarse, a vivir con lo que tiene, a no desear precisamente aquello que está comenzando a acariciar con la punta de los dedos. Te dicen que hay que aprovechar la oportunidad sólo porque alguien —muy maduro— te la está ofreciendo y no debes defraudarle.


Te dicen que el tiempo corre, que se escapa el tren, que se te pasa el arroz. Te dicen que, hombre, ya está bien, que cada cosa tiene su edad. Te invitan así a entender la vida como una serie de compartimentos independientes y estancos: aquí el trabajo, aquí la familia, aquí una controlada dosis de frenesí en forma de cócteles con aceitunita y luces de colores.


Te encierran en una cárcel de tiempo, en un ritual interminable de relaciones sociales, en un apartamento-exposición de cincuenta metros cuadrados de Ikea, mesa Borgsjö por allí, dosel Fabbler por allá, siempre atento, siempre responsable. ¿Feliz? Bueno, a veces. A fin de cuentas, ¿quién puede asegurar que es feliz del todo? Y siempre con esa sensación, esa sospecha punzante de que tu verdadera vida pasa ante tus ojos mientras tú te dedicas a sonreír cordialmente al público.


Y digo yo, ¿para qué vivimos? ¿De verdad alguien piensa que podemos hacernos merecedores de esta frágil y diminuta porción de tiempo que nos ha sido dada si no la utilizamos para follarnos la vida de cabo a rabo, para pasarnos por la piedra todo lo establecido y poner el mundo del revés?


Madurar: que le follen.


Yo lo que quiero es salir a bailar.''















Merece la pena quien te la quita.







Entonces mi alma te vio y fue algo como...
''Ah, ahí estás. Te he estado buscando.''





Donde no puedas amar, no te demores.



''¿Os habéis fijado en que es imposible encontrar a otro ser humano que no tienda a juzgar permanentemente cada mínimo aspecto de tu vida?
Querer, lo llaman.

Y el caso es que he vivido lo suficiente para saber que todas nuestras certezas son absurdas, arbitrarias y absolutamente prescindibles.

A veces pienso; ¿y si invirtiéramos todo ese tiempo en contar historias, escuchar las de otros o hacernos cosas bonitas con los dedos, los pies o la lengua?

Joder, no habría color.

Pero no: en lugar de eso, seguimos forjando una infinita cadena de culpabilidades con cada ser humano que encontramos a nuestro paso.

Una cadena pesada, dolorosa: casi indestructible.

Vivir, lo llaman.''

No echéis de menos a nadie.
La gente cambia,
se compra libros nuevos,
aprende idiomas,
evoluciona,
crece,
lucha por ser feliz.

Y, a veces,
después
simplemente
desaparece.

Las cosas dejan de importar. 
El problema es que no puedes elegir cuando.








Crónica de un baile sin mi.


[...]

''La cosa comenzó de la siguiente manera: quedándonos sin palabras a la hora del café con tostadas. Nos mirábamos, nos sonreíamos, nos intuíamos. E incluso nos adelantábamos gentilmente a las necesidades del otro acercándonos el azúcar o aquel librito de papel, respectivamente.

Pero qué mierda: ya no había palabras.

Y si las había, si alguno de los dos se esforzaba por llenar aquel silencio, todo lo que salía de su boca tomaba el cariz de un comentario aleatorio sobre el tiempo.

Por ejemplo: yo te decía te amo.

Y tú esbozabas media sonrisa que completabas con esa manera tuya tan graciosa de apartarte el pelo.

O puede que fueses tú la que dijeras: te necesito.

Y yo te abrazaba. Pero no del todo. Quiero decir: te abrazaba mientras me preguntaba secretamente por qué no habías acudido tú a abrazarme.

O por qué habíamos tenido tantos problemas últimamente.

O tratando de recordar si aquella noche te había echado de menos en la cama .

No sé, esa clase de abrazo.

Supongo que, en definitiva, nos volvimos desconfiados. Intranquilos. Apresurados. Recordábamos aquellos días en los que simplemente nos entregábamos el uno al otro como si, de ese modo, nada malo pudiera pasarnos. Y de verdad que intentábamos con todas nuestras fuerzas volver a aquel estado iniciático, aquel tiempo en el que no teníamos que adivinarnos, sino que bastaba con preguntarnos; aquellas tardes de canciones, sexo y poesía en las que ni siquiera nos habían hecho falta las palabras.

Quién sabe; quizá aquello no volviera jamás.

Del resto ni siquiera merece la pena hablar: sólo quedó el despecho.

Todavía recuerdo cuando nos vimos por última vez. Fue extraño: tras tantos meses escondidos, por un instante, al fin pudimos sonreírnos y mirarnos de nuevo a los ojos.

Y casi, casi pudimos tocarnos. Y parecía que tú estabas a punto de decir algo. Y yo quería que lo dijeras para poder decirte algo también. Y el día era claro, hacía frío y se oían caer las hojas movidas por el viento.

Pero bueno: ambos nos recompusimos. Nos dimos la mano. Tú me colocaste el cuello de la camisa. Yo te acaricié el pelo. Y decidimos abandonarnos por conveniencia, madurez y nuestro respectivo miedo a que el otro hubiera dejado de querernos.

En serio os digo: creo que nunca he leído una historia más triste. ''
















Eres lo que superas.


Tuve que desaparecer para no morirme. 
Sé que parece una locura, un disparate, una comedia del absurdo... pero en una ocasión, alguien me hizo tanto daño que desee no despertar más. Sé que parece una necedad, un grito de atención, una mera racha adolescente..., pero en aquel momento, me acosté mil noches llorando todo lo que las lágrimas no podían relatar.

Ay, ojalá duraran para siempre esos silencios.

Creo que todos tenemos nuestros pequeños fantasmas. Cada uno cobija sus traumas, sus cicatrices, sus heridas aún abiertas.

Y no sé, cuando ocurrió todo aquello, me volví un poco catatónica para no sentir nada. Quizá fuera la sensación más placentera que sentía en años; no percibir absolutamente nada. En aquella mente extraña, repleta de caos y desorganización, la mejor sensación del mundo fue no experimentar absolutamente nada.
Supongo que...o me moría emocionalmente, 
o los sentimientos me mataban.

O así lo viví yo.

Mientras duró la tormenta, lo perdí todo. Se me cayeron las cosas de los bolsillos y de la memoria; perdí las llaves, dinero, documentos, nombres, caras, palabras... Aún no sé si fueron secuelas de alguien que me quiso mal o quizá mero azar que se aposentó en mi vida, pero todo aquello tardó en irse y yo andaba totalmente pérdida. Un miedo atroz e insoportable de que se me esfumara la vida entre las manos.

Y dolor. Supongo que nadie viene a contarte todas las malas noches que vas a vivir. Ni a relatarte todas las veces que tendrás que levantarte, aún cuando ya no puedas más.
Ya veis, así de fantasiosa es la vida.

Ésta noche me gustaría contaros algo. He estado dándole vueltas al asunto y sólo puedo sacar una conclusión de todo lo vivido; hay brechas que son insondables. 
Hay cambios en tu vida en los que no existe marcha atrás. Hay momentos tan amargos que se enquistan dentro tuya y no sabrán salir de ahí jamás. 
Para esas personas que sienten más de lo que debieran, para las que lloran más, viven más, sufren más.

Me acuerdo que gritaba como una loca enrabietada, enfurecida, en cólera, con ganas de romper la vajilla, los cristales, y afanándome a la ilusa e inexorable creencia de que todo tiene solución. Me acuerdo de cómo me sujetaban tratando de tranquilizarme y no podía hacer otra cosa más que gritar.
Ay dios, cuánto duele el desencanto. 

Esa es la brecha más dura e intransigente que me he encontrado en la vida; la decepción. 
No hay vuelta atrás, no hay retorno, no hay manera salvable de hacerle frente. Lo desvanece todo, lo disipa, lo estropea todo. Cada pedazo de esperanza que anhelabas queda total y lamentablemente irreconocible. 
Así, sin más; irreparable, pérdido, irremediable.

Y eso fue verdaderamente lo que más dolió. Y... cómo he dicho antes; o me moría emocionalmente...o los sentimientos me mataban. 

Algo así me ocurre en este instante; sentir tantísimo que hay manera alguna de controlarlo, vivir sensaciones que no se pueden apenas ni sujetar, tener en las manos un corazón irrefrenable al que le es insuficiente el mundo entero para detener el desasosiego que le produce perderse, lentamente, en su profundo abismo.

Y ya sabéis; todos tenemos heridas abiertas. Algunas ya están curadas, otras apenas se perciben y las demás, de repente, empiezan poco a poco a sangrar. 

Lo dicho, hay brechas que son como un abismo de grande. 

Sé que lo sabéis; el desencanto. 

Si he aprendido algo a lo largo de todos estos años es que jamás se recibe lo que se da. Supongo que es bastante triste, pero así es la realidad. 
Nunca se recibe lo que se merece, la vida sólo te da lo que te da.

Leí una vez en un libro que decía que la vida, simplemente, es. Algo así como ... nunca será lo que tú quieras que sea ni lo que podrías desear que fuera algún día. La vida, simplemente, es.

Y eso es así. Al final no recibes lo que mereces, recibes lo que recibes. 



''Con frecuencia me pregunto si soy yo la que no encaja en este mundo 
o es que todos fingimos. 
Sumergimos nuestra verdad y salimos a la calle disfrazados de alguien que no somos y derrochamos la vida en este baile de máscaras en el que nadie es quien dice ser.

Con frecuencia me pregunto si merece la pena. Tanta pose, tanta auto censura, tanta doctrina. Tanto miedo, en resumen. Porque es que la libertad y la responsabilidad se parecen tanto. 
Y mi instinto me dice que estamos cometiendo un terrible error.

Y mi mente se fuga a otros mundos, subterráneos, privados, secretos. 
Y allí se toca con mi alma. Y entonces me pregunto si soy yo la única que inventa fugas. 
Y mi instinto me dice que no, que necesariamente debe existir un universo subterráneo de mundos paralelos. 
Aislados. Mágicos. Cautivos de sí mismos. 
Temerosos de ser descubiertos y a la vez ansiosos por ser encontrados.

Y con frecuencia me digo a mí misma que debe haber alguna manera de conectar. 
De mirar a los ojos. 
Y vengo aquí y lo escribo. 
Y me pregunto si soy yo la única que lo piensa. 
Y me alivia saber que obviamente no.

Pero luego salgo a la calle y todo me parece un baile de máscaras en el que nadie es quien dice ser.''











martes, 29 de octubre de 2019

Siento cosas que no sé explicar; bésame.





Es infinitamente revelador cómo vas marcando a cada una de las personas que vas encontrando a lo largo de tu corta e ínfima existencia. 
De verdad, todo es significativo, relevante, valioso. 
Cada gota, cada lágrima, cada minúsculo recuerdo. 
Cada beso, cada charla al amanecer, cada paseo por cualquier calle pérdida del mundo. 
Cada mínima persona que tocas y se queda grabada en tu subconsciente. Cada sueño del que despiertas buscando cobijo en unos brazos amigos.
Todo es trascendente, vital.

Mi padre siempre me ha dicho muy claro; lo difícil en ésta vida no es coincidir, sino permanecer. 
Y toda la razón. 
Es increíble cómo hay personas que llegan a tu vida y marcan un antes y un después. 
Gente que quizá llevas conociendo mil años, gente que acaba de llegar, gente que parece que se morirá a tu lado. Gente que te abraza y podría caerse el mundo que a ti no te importaría lo más mínimo.  Así como si se tejiesen en el aire de seda los anhelos de toda una vida. Es hasta sobrecogedor. ¿Nunca habéis sentido que sois todo un mundo carente de sentido? 
A veces me parece incluso extraordinario. 

Parece ayer cuando sentía la ilusa pero inherente creencia de que podía comerme el mundo. Bendita, suave, preciada e ineludible inocencia. Han pasado muchos años y aquí sigo. ¿No os parece inconcebible el mero hecho de poder existir? 
Lo demás todo es despertar.

No me hagáis mucho caso;
hoy el día va de recuerdos.




''Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir
desborda el alma.''

-Cortázar-






Qué bonita la gente que sí. 
Que quiere.
Que puede. Que intenta. Que arriesga. 
Que se atreve a volar y huir.









lunes, 16 de septiembre de 2019

A estos monstruos los llamaré experiencia.



''La vida cotidiana es una producción constante de cultura. Hay cultura que se produce a ras de suelo. Lo que uno encuentra por las calles incluso sin querer es en efecto parte de esa capacidad de generar mundo, eso es la cultura. La prueba de que el ser humano no únicamente vive en el mundo, sino que crea un mundo en el que vive.''



Casi siempre es tarde cuando comprendes que era a ti a quien deberías quererte. 
Y sin embargo, 
siempre que lo haces
 ese amor llega justo a tiempo.






Si no estuviéramos llenos de fisuras, ¿por dónde pasaría la luz?

Alejarse de la realidad para no sentir es como creer que conteniendo la respiración 
se te va el miedo a vivir. 
Y no.
El miedo a vivir está ahí,
y no quiere irse;
y no se va.
¿Y si no se va qué es lo que quiere? 

-

[ Hay veces que sientes que se te está rompiendo el tiempo por no saber sujetarlo con las manos.
 Dices que mañana será otro día, que a partir de mañana sí.
Pero mañana ya es hoy y resulta que te encuentras exactamente en el mismo lugar. ]

Aún no puedo contener esa suave caricia que ejercen las lágrimas en mis mejillas, cayendo una y otra y otra vez. Me acuerdo mucho de ti. Aún no he sabido dejarte atrás, y te echo mucho de menos.
Echar de menos así como canalizar recuerdos así como morirse un poco más por dentro cada vez que apareces en mi mente.

¿Y sabes? A veces duele bastante esto de morirse a ratos.

Todo el mundo se queja de mis ideas desmesuradas y esa manía eterna de tratar de darle sentido a la existencia. Pero tú no.
Tú nunca me dijiste nada parecido.

Ya ves, creo que la gente que no piensa demasiado tiende a envejecer demasiado rápido. Y así estoy rodeada de gente, pero sin ti.
Sin ti en este mundo de mierda que apenas da para dos minutos de felicidad seguidos. 
Vaya hija más tremendista te ha salido, puedes quejarte lo que desees.

Nunca acepté el mal en el mundo, nunca supe hacerle frente al caos y aún no sé cuidarme sola.

Eso siempre me lo enseñaste tú.

Bajo la fina capa de una desmesurada alegría de vivir arrastrabas siempre una pena. Yo también. Que ya no estás aquí para cuidarme.

Y el mundo podrá ser la mayor bola de fuego candente del universo y podrá extinguirse el fracaso, la frustración y el desconsuelo que, si no están tus ojos limpiándome la tristeza y abrazándome fuerte en estos momentos, acabaré igual de derruida y deshecha que siempre.
Porque no estás. Y hace ya mucho que anhelo que vengas a salvarme, por muy terco que sea el impulso de que vengan a salvarte y no enfrentarte a la vida.

Me gustaba cuando tus ojos decían: ''No me gusta que estés triste cuando esta distancia no me deja abrazarte.''

Ya me conoces, fatalizo las situaciones.
Vivo y siento las cosas con una intensidad que podría mover montañas, no conozco el término medio, llevo las emociones a todos los extremos;
puedo amar hasta volverme completamente loca o sentir total y absoluta indiferencia.

Cuando no puedo más huyo.

No sé estar solo triste. Yo me jodo, me atasco, me derrumbo, me autodestruyo, me destrozo.

Ésta historia que te cuento es como un grito.





Auxilio.

(Del lat. apathīa, y este del gr. ἀπάθεια).
1. f. Impasibilidad del ánimo.
2. f. Dejadez, indolencia, falta de vigor o energía.




Estar vivo implica sentirte a veces terriblemente solo. 



Pero la pena y el cansancio también tienen sus límites. 
Uno recobra el ánimo o las energías al poco de temerse que no resiste más. 
Tocar fondo es también una forma de renacer. 
Aligerarse. 
Enterarse que en lo hondo del agujero 
también soplan de pronto n u e v o s   a i r e s.




No atreverse no hace daño, pero impide vivir. 

Nada recomendable.





Va dove ti porta il cuore.




- Cuando era joven y mi imaginación no tenía límites, soñaba con cambiar el mundo. 
Según fui haciéndome mayor, pensé que no había modo de cambiar el mundo, así que me propuse un objetivo más modesto e intenté cambiar solo mi país. 
Pero con el tiempo me pareció también imposible. 
Cuando llegué a la vejez, 
me conformé con intentar cambiar a mi familia, a los más cercanos a mí. 
Pero tampoco conseguí casi nada. 
Ahora, 
en mi lecho de muerte, 
de repente he comprendido una cosa: Si hubiera empezado por intentar cambiarme a mí mismo, tal vez mi familia habría seguido mi ejemplo y habría cambiado, y con su inspiración y aliento quizá habría sido capaz de cambiar mi país y -quien sabe- tal vez incluso hubiera podido cambiar el mundo.-

Abadía de Westminster




Los que mueren de verdad son los que no viven. Los que se reprimen porque los asusta el qué dirán. Los que hacen descuentos a la felicidad. Los que se comportan siempre de la misma forma pensando que no se puede hacer nada diferente, los que piensan que amar es como una jaula, los que nunca cometen pequeñas locuras para reírse de sí mismos o de los demás.
Mueren los que no saben pedir ni ofrecer ayuda.
-M-


Demasiada racionalidad no puede ser sana. 
Busca. 
Eso que late por dentro igual te enseña el camino.









lunes, 19 de agosto de 2019

I've got a burning desire for you, darling


Yo hoy lo que quiero es estar muy pegadita a ti.

Que nuestros pies se acaricien, que nuestros brazos se enreden, que tu piel y la mía se toquen en cada centímetro de nuestro cuerpo hasta que obtengamos la evidencia empírica e incuestionable de que, en fin: ya es imposible estar más pegados.

Y, a partir de ahí, tratar de apretujarnos aún más; desafiando las leyes de la física, de la mesura y esos manuales de montaje conceptuales que dan los cabrones de IKEA. 
Porque si todo se derrumba; da lo mismo. Nos hundiremos sobre los restos de ésta cama como si fueran arenas movedizas.

Pero seguiremos pegaditos, que es lo único que yo realmente quiero.

Y vale, ya sé que la ajetreada vida moderna y nuestra extraña tendencia a los desencuentros, al amor, a comernos por las noches y a complicarnos la existencia siempre lo acaban dificultando todo.

Pero en fin, seré sincera; no me importa demasiado.

Si es que a mí me da todo igual con tal de poder estar muy pegadita a ti, mi cielo.

Y hacértelo, follarte hasta hacerte gemir. Hacértelo con mimo, saliva y sangre. Hacértelo con ternura, con sentimiento, con unas ganas locas de perderme en tu boca, en tu piel, en ti.
Follarte hasta que los límites del universo se expandan y la Tierra empiece a retraerse sobre sí misma.
Hacértelo hasta que, al fin, nos despeguemos con violencia y caigamos cada uno sobre nuestro respectivo lado del colchón, temblorosos y jadeantes. 

Así, sin más.

Me apetece estar pegadita a ti.





Desnudar a alguien es arrancarle el miedo a volver a sentir.

-







Voy a solucionar tu mundo a besos; abre.


A medida que el año llegaba a su fin tuve la oportunidad de compartir momentos con alguien que me enseñó bastante en muy poquito tiempo. En una de nuestras conversaciones, yo le decía que mi prioridad en cada contacto con otro ser humano era cuidar de su corazón.

"Y también cuidar el de uno", me dijo él.

Cuidar también el corazón de uno, resonó en mi mente.

Soltar es aflojar los puños, dar y hacer espacio.
Significa perder el miedo a quedarse con las manos vacías.

Pensé en cierto corazón que llevaba largo rato cargando entre mis manos con la delicadeza de quien acaricia un pajarito herido.
Y entendí que mis manos no son sitio para curar un ala.
Entendí que mis manos no son sitio para enmendar ningún corazón.





(...)´´ De eso se trata. De coincidir con gente que te haga ver cosas que tú no ves.
 Con gente que te enseñe a mirar con otros ojos. ´´



Benedetti.








*






Recuerdo que una noche mi padre me preguntó si sabía cuál era esa sustancia con la que amasamos las estrellas... 
"las lágrimas", 
me dijo; 
"cuando uno llora, las luces se ven como si las estuviésemos deformando".

Creo que las lágrimas son esa sustancia desconocida con la que moldeamos las estrellas. 
Después de entender esto nunca más se llora igual.










Trascendencia


Oh, 
do you remember 
when I told you 
that I'd love you 
to the bottom of the sea?...




Leí todos los libros que encontré buscando algo de verdad que me encendiera el alma. 
Algo que prendiera una llama, que avivara la carencia de sentido que tenía vivir en aquel momento.

Leí toda la filosofía que conocía, traté de entender de alguna manera aquellas teorías de física que definen el universo e incluso me acerqué a la sociología derivada de los Dioses griegos. 
Una dimensión banal y absurda de la existencia.

Lo juro, de verdad que lo intenté. 
En un empeño insalubre por distanciarme de la realidad que me rodeaba, atormentaba y acorralaba por las noches. 

Y como aquello no funcionó, carente de razón e interés, simplemente empecé a huir. 

No porque me apeteciera, no porque encontrara algún sentido o placer en ello, ni siquiera por mera lógica. Supongo que hubo un momento en el que me di cuenta de que todo aquello me anulaba completamente y no me permitía pensar.

De lo que poco que recuerdo, me recorrí todas las noches y las mañanas, me olvidé de las clases, de aquellos libros que no servían para nada, de la vida en general. 

Y entonces sucedió. Un ápice de gozo y deleite; una especie de gusto, de satisfacción. Complacencia, agrado, entusiasmo, incluso amenidad.
La crudeza moral que me daba regocijarme en la emoción de no sentir absolutamente nada.

No obstante, aquello no duró. No funcionó.
Coincidir con uno mismo es tan difícil... relativizar la situación, crecer. 

Finalmente resultó que aquello no me complacía en absoluto.

Y entonces desistí. 
Sin más; cansada, harta, exhausta. 
Comprendí que la realidad era más dura y prosaica que todo aquello. Supuse que el único camino posible era convertirme en algo muy parecido a lo que siempre había soñado ser. Desaprender lo impuesto, recordar todo aquello a lo que una vez renuncié, limpiarle el polvo, tratar de existir de tal forma que, si me hubiera contemplado aquella niña lejana que un día fui, hubiera podido sentirse orgullosa de verdad. Ser yo misma, justamente, significara lo que fuera esa puta mierda.

Y ya está.

Aquella etapa respondió a mi íntima y legítima necesidad de saber qué hago en el mundo y porqué soy cómo soy.

Posteriormente, me di cuenta de que nadie sabe realmente qué cojones pensar respecto a nada en ningún momento de su vida.

Y fue un alivio, por fin.

Cuestionar las certezas, mirar adentro, tratar de aprender del amor y especialmente del dolor.

El dolor es, simplemente, algo sórdido y terrible. No hay poesía para el dolor. Tampoco redención. Ni entendimiento. Ni dignidad alguna.
No hay absolutamente nada más en el dolor; salvo el propio dolor. 

Y hay que dejarlo fluir.

No os quiero alarmar, pero después de todo aquello, y cuando resulta que al fin te encuentras a ti mismo, el cuento es aún más desalentador. 

Pese a todo aquello, aprendí; 
No te rindas sin dar pelea.






Once you truly experience a spiritual bond that transcends physicality, 
you will always consciously or unconsciously seek bonds 
that are able to pierce into the deepest layers of your soul, 
and anything less just feels so frivolous.







martes, 13 de agosto de 2019

Ponte guapo, todos mis deseos llevan tu nombre.




- ¿Qué me estás queriendo decir?

+ Te quiero decir que no entiendo muy bien ni cómo ni desde cuándo ni porqué, pero te quiero. 

Supongo que para saber que quieres a alguien no hace falta saber ni cómo ni cuando ni porqué. Todo empezó una noche en la que me sonreíste. Pero yo me decía que no. Y poco a poco te miraba cuando te acercabas. Y cuando te ibas me quedaba un rato mirándote y por dentro deseaba que volvieras atrás y te despidieras con un beso. Hasta aquel momento en el que empezamos a hablar. Pienso que cuando una persona es capaz de transmitirte tanto con su tacto ha de significar algo, no sé muy bien qué, algo eterno.

A veces cualquier noche hace un milagro. 
El mundo es una gran mierda la mayor parte del tiempo pero aún hay sitios llenos de magia. 
Y cuando digo sitios me refiero a personas. 
No sé si me explico.


                            


En resumidas cuentas;
Ya te he hecho espacio en mi vida. 
Acomódate.

Te va a pasar la vida
y
yo seré
tu paz.







                                               


Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir
desborda el alma.

-Cortázar-







jueves, 8 de agosto de 2019

Ceci n'est pas une leçon



Madurar es aprender a separar 
una buena canción
de un mal recuerdo.







There are far 
better things ahead
than any we leave
behind.
*





*



Cuando dos cuerpos se rompen 
lo que suena es el recuerdo.





La magia existe,

es eso que hace

 la gente que te quiere

para verte feliz.













Hay cosas que deben ocurrir a tiempo.
Las lágrimas, los orgasmos 
y los finales,
por ejemplo.




El universo está hecho de historias.


Creo en los cafés, en el diálogo, creo en la dignidad de la persona, en la libertad. Siento nostalgia, casi ansiedad, me siento humana. Creo en tu mirada arrullándome a las tantas de la mañana, en la angustia, en la desesperación. Creo en la renuncia, en el sufrimiento del vivir. 
Siento paz en tu infierno, en el río que nos recorre en cada esquina pérdida. 
Me basta mirarte para saber que contigo me voy a empapar el alma, de sentimiento, de emoción. Observas y oyes, y tocas y sientes, y sufres y aprendes. Puedes coger mi mano porque prometo no echar a volar. No echar a volar ni echar a correr ni comerme el mundo. Abro los ojos, suaves, cálidos. Inspiro. Contra la respiración que trata de paralizar todas las articulaciones de mi cuerpo, camino. Temor al miedo. Y es que el miedo también deja resaca. 
Recuerda que entre tus pulmones 
me quedé dormida 
tantas vidas.
Sin querer.




Hacer el amor es labrar un cuerpo
y cosechar estrellas.






Lo bonito 
de algunos muros 
es que cuando los besas 
se desploman.







miércoles, 31 de julio de 2019

Pizarnik


dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
dice que tiene miedo de la muerte del amor
dice que el amor es muerte es miedo
dice que la muerte es miedo es amor
dice que no sabe.







La primera vez que caí en la cuenta de que le había permitido quebrar algo en mi interior, me encontraba tendida junto a él.

Era mayo y estábamos mareados de tanto dolor.

Soy incapaz de recordar muchas cosas sobre aquella noche, salvo la soledad. La noción de tenerlo a mi lado y sentirme sola.

Empecé a llorar como hago cuando no puedo hacer ninguna otra cosa y el muy idiota confundió el vaivén de mis hombros con frío. Cubrió mi cuerpo palpitante con una manta hasta que sus dedos se hundieron en mis lágrimas, haciéndole entender la otra clase de frío que me hacía temblar.

Desde que era niña, cada vez que miraba las estrellas les pedía por alguien. Incluso cuando me hice adulta y estaba saliendo con este tipo o el otro, seguía pidiendo lo mismo: alguien.

Desconozco desde cuándo la humanidad ha estado otorgándole a las estrellas la responsabilidad de escuchar y cumplir nuestros deseos. Sólo sé que, desde que nos encontramos, he dejado de pedirle a los astros que cierren la brecha de mi soledad. Porque entendí que querer estar con alguien no es conformarse con cualquiera.

Que te quieran a su manera ó que no te quieran es la misma porquería con olor distinto, pero el amor también es esto.

«A veces siento que no estoy hecha para el mundo», le dije a mi padre una noche lejana. «No estoy hecha para vivir en un lugar en el que tenga que desligar mis sentimientos de todo, incluso de mis afectos.»

Buscar. 
No es un verbo sino un vértigo. No indica acción. No quiere decir ir al encuentro de alguien sino yacer porque alguien no viene. 



Diciembre de 1969

Carta de Pizarnik a Silvina Ocampo.

''Quien siente mucho, se jode y no encuentra palabras
y entonces no habla y esa es su condena.''

[...]



Dame paz y dame guerra.











Mi foto
My madness keeps me sane.