Hoy es uno de esos días estúpidos. ¿Y tú para qué te levantas? Asomas la cabeza con alguna esperanza pero parece ser que el destino o el cosmos o lo que sea que mueve el mundo no está de buen humor hoy. De verdad, iros todos los tíos a la mierda. No me toquéis, no os acerquéis. La hipocresía va corriendo por las calles alegremente; y viene y te saluda e incluso te da dos besos. Y tú, ay, ilusa de ti, ¿qué coño vas a hacer? No creo que se pueda definir esta sensación. Asco. Pero compasivo. Una especie de sentimiento que te embadurna la piel y te arrastra por los suelos. Bah, en serio, no me miréis más a los ojos.
Y me pregunto cómo una persona puede dañar a otra sin importarle lo más mínimo qué pasará después. ¿Y para eso venís? ¿Para eso lo adornáis todo tan bonito? ¿Para noches de sexo y nada más? Palabras, palabras, palabla bla bla... ay, que hastío. Haré lo que me de la gana y dejadme en paz. Qué bonita esa arrogancia que malgastáis y vais soltando por todos los rincones. A mi que no me gusta maldecir.
Ésta historia que te cuento es como un grito.
Auxilio.
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