Aún leo en tus labios:
'Bonita, te haría el amor cada noche de mi vida.'
A veces, cuando sucede algo horrible y lloras a todas horas, lo peor de todo, lo horrible de verdad en todo el asunto no es llorar. A veces eso está incluso bien, llorar es increíblemente liberador. Y no, no es el final. Lo peor empieza cuando te das cuenta de que no puedes llorar más, que no hay más lágrimas, que tienes que volver a la realidad, te das cuenta de que, realmente, la tristeza es algo sucio, que lo cubre todo, que lo vuelve opaco, como un grumo gris, espeso, como niebla en un amanecer y la oscuridad de la noche en pleno corazón. Te das cuenta de que es una pelota de barro viscosa y asquerosa dentro de tus pulmones y que pesa, y la notas al respirar, asfixiándote, todo el tiempo.
Y entonces apareces tú
como brisa y aire que baila a mi alrededor,
no sé,
aún leo en tus labios
te voy a salvar del abismo,
cómo me tocaste tú.
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