A menudo pienso que la madrugada
es la materia prima que revienta nuestra almas.
Entre tú y yo hay confianza. Sólo por eso. Y también por eso se nos acabó la suerte.
Porque los descerebrados se juntan, es ley de vida.
Porque las personas se atraen, alguien lo dijo así. Y se miran y se camuflan entre sonrisas y entre líos ininteligibles. Un bonito paseo. Agradable. Te llamaré. Y sino lo haces tú, ya me encargaré yo de encontrarte. Mira lo que haces con mi pulso. Y esa sonrisa que se aleja. Es una realidad. Casual. Abrumadora. Incierta. Que recubre los rincones de esa tela enmarañada y pegajosa que dejan los besos en la piel.
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