Apodyopsis
mental.
De una mente no es tan fácil deshacerse.
Mi cuerpo resbala sobre tu piel. Duerme hoy tranquilo sobre el jardín del Edén. Esta humedad desprende sabor a miel. Y qué delicado el tacto de mi boca con tus labios, de tus labios con mi manos, de mis manos con tus muslos, de tus muslos entre mi.
Ahí es donde debes estar.
Debes, -cito sin consecuencia- ser la lluvia para mi.
Te robaré algún trocito
de tu pelo.
Para amarrarlo a las trenzas de mi cuerpo...
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