Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


sábado, 26 de noviembre de 2016

Insane.




''Todo lo que hacía era rezar. 
Rezaba por las noches y por las mañanas. Rezaba cuando ocurría y luego comencé a hacerlo cuando no, porque ya era algo crónico; algo enfermizo como mis ojeras.

Así que rezaba, tan pequeña e inocente, pensando que algún día se arreglaría, que pararía ese infierno. No sé. Hasta establecía condiciones con Dios para ver si alguna le interesaba, como las ofertas de cualquier vendedor desesperado. Rezaba continuamente y siempre lo mismo. 
Hasta que un día dejé de hacerlo.

Ese día me acosté y cerré los ojos en silencio. Algo me dijo que no debía empezar; quizá la desesperanza de quien no observa ningún cambio; quizá la rebeldía de una cría que se cansa de ser una ilusa.

Recuerdo que pensé; deja de ser imbécil, tú no le importas a ningún Dios. Y eso fue todo. Cerré los ojos con fuerza y no sentí ninguna culpa. Entonces empecé a importarme a mí misma, consciente de que estaba sola y de que eso era muy triste. Y de que la vida era una batalla. Y de que nunca debía olvidar que una vez fui una niña que rezó mucho.
Y de que convertirme en alguien fuerte era el único milagro que la vida podía concederme. ''



Recuerdo aquella noche mejor que algunos años de mi vida.





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My madness keeps me sane.