Te vi y no te buscaba.
A ratos me doy cuenta de todo lo vivido y en un instante impreciso me digo:
Sólo espero que podamos recuperar en algún momento
todo el tiempo que hemos invertido tratando de no volvernos locos.
Y probablemente eso no ocurra nunca.
Cumplí 30 años y no atisbaba ni una gota de esperanza en ello.
Me faltaba mundo para respirar.
He dejado de huir.
El error es mirar lo de ayer con ojos de hoy,
querer que las cosas vuelvan a ser igual
cuando tú ya no eres la misma.
Cómo si se pudieran reciclar los suspiros
o dar un mismo beso por segunda vez.
Siento fascinación por la brevedad.
Por estar tan cerca
de no existir.
Apenas si puedo reconocerme en cualquier espejo.
¿Qué se me pasaba exactamente por la cabeza hace algunos años?
Eres diferente.
¿Es grave ser diferente?
Siempre he tenido la firme convicción
de lo que verdaderamente preocupante es forzarse a ser igual.
Hay verdades de la vida difíciles de aceptar;
-Las personas se van.
La felicidad también consiste en dejar ir.
Soltar, dejar de apretar con fuerza.
Si sobrevives, si persistes; canta, sueña, emborráchate.
Es el tiempo del frío; ama, apresúrate.
El viento de las horas barre las calles, los caminos.
Los árboles esperan: tú no esperes.
Éste es el tiempo de vivir: el único.
Lo que no dejas ir
lo cargas.
Lo que cargas
te pesa.
Y lo que te pesa
te hunde.
Con el tiempo comprendes que tus raíces no están en un lugar en el espacio
sino etéreamente conectadas a las de ciertas personas.