Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


martes, 20 de agosto de 2024

Cielo






Recuerdo que vivía en la penumbra más absoluta.

Decidí por enésima cambiar de casa y de país como si pudiera escapar del aire que me asfixiaba. Me ponía música de piano a todo volumen y me recorría las calles de la ciudad divagando. Sentía como me faltaba el oxígeno para respirar la mayor parte del tiempo. Cada recuerdo pasado me atormentaba como si fuera un puñal clavándose poco a poco en mi piel.

Puede parecer dramático, pero quien me conozca de verdad sabe que nunca me he movido muy bien en el equilibrio de l

Vivo y siento las cosas con una intensidad que podría mover montañas. No conozco el término medio, llevo las emociones a todos los extremos; 

puedo amarte hasta volverme completamente loca o sentir total y absoluta indeferencia.

Es cierto eso, cuando no puedo más, huyo. Soy impulsiva, pierdo el control.

No sé estar solo triste. Yo me jodo, me atasco, me derrumbo, me autodestruyo, me destrozo.

Dejo que las emociones me dominen y se fundan con mis pensamientos y mi ser.

Y evoco todo aquello porque también recuerdo la primera noche que volví a sonreír.

La primera noche que, entre risas, desperté.

Desperté como si hubiera estado dormida, ensimismada, aturdida, en otra vida, durante un tiempo muy largo e infinito. 

Yo vivía en la oscuridad y de repente apareciste tú. 

De la nada, hiciste luz. Como si se hubieran encendido todas las jodidas bombillas de la ciudad de Nueva York. 

Recuerdo esa mañana en la que me besaste por primera vez y se me congeló el mundo de golpe. Tus manos tan cerca y aquel silencio.

Creo fervientemente que hay silencios que deberían ser (d)escritos. 

Como aquel.

Antes de hacernos viejitos me gustaría que supieras que eres un regalo.

Todo empezó así. Un día me viste temblar, y en lugar de taparme, te desnudaste para compartir frío. Y fíjate, al final sol. 

No sé si me explico;

creo que el amor más puro que existe debe ser algo parecido a ti.

Me miro al espejo y a veces me da pánico quererte con tanta intensidad. A veces me encuentro gélida, helada, tiritando de miedo. Esto que siento vino tan sigiloso que me pillo con todas las barreras de contención sin reforzar.

Y ya lo sabes. 

Lo bonito de algunos muros es que, cuando los besas, se desploman.

Así me encontré al cabo del tiempo; dichosa, pérdida, exhausta, alegre, feliz.

No tenía la necesidad de irme a casa, porque contigo sentía que era libre para siempre.

Y escribo esto porque alguien tendrá que hablar de la magia que habita en tus ojos.

Alguien tendrá que decir que haces de este mundo, un lugar mejor. Que tu existencia hace más llevadera la vida de los que te rodean, que tu mirada ilumina el jodido firmamento.

Por eso te llamo cielo;

Te digo cielo por tu inmensidad. Porque en ti puedo perderme y volar, porque puedo reencontrarme y reflexionar, porque estás lleno de vida y de libertad. Porque tienes luz y oscuridad, eres extenso, profundo, cálido y frío, eres paz y tranquilidad. Por eso te digo cielo.

Y ya sabes, mi truco es quererte con toda mi alma y cruzar los dedos para que no falle.

Vivo enamorada de tus palabras porque creo en ellas como nunca he creído en mi misma.

Y sé que eres tú porque haces de mí algo mejor. Y eso ni siquiera había podido conseguirlo yo.

Es simple,

quiero ser el alivio de tus dudas. De tus miedos. De tus fríos.

Adoro hacer malabares en tu espalda, escribir(te) frases en los espejos, ponerte de los nervios, hacerte reír. Quedarme dormida en tu pecho mientras intentamos ver la misma película por tercera vez. Esos abrazos nuestros que no terminan jamás. Nuestras peleas tontas por los millones de papelitos por toda la casa, observar lentamente como montas todos los muebles del salón, verte cocinar. Todos esos momentos vividos, que a día de hoy aún parecen muy pocos.

Que el mundo es una mierda, y sin embargo tú. 

Que sí. La distancia, madrugar, trabajar, conducir, malas noticias, soledad... pero tú. Y entonces buenos días. Y entonces luz. y TÚ.

Y entonces te veo y el corazón parece que me explota bajo el pecho, y se me acelera el pulso, se me dilatan las pupilas, dejo de pensar.

A veces me quedo mirándote mientras duermes y creo que ya he saldado todas las deudas que tendré.

No sé

Si eres tú el que busca, prometo ponerme más visible para que nos podamos ver. A lo lejos. A miles de kilómetros. Para que puedas sentir mi presencia encima de tu colchón al dormir y notes mis manos entrelazadas con las tuyas.

Siempre es igual. Cada vez que las fuerzas se me pierden las encuentro entre tus palabras.

Y lo sé. Soy una apuesta segura, el estrés está garantizado. Pero tengo manías muy bonitas. 

Sólo déjame quererte un poquito como siempre lo he hecho. 

Nos quiero ávidos, románticos, sonriendo al vernos, sin final, felices.

Me gustaría susurrar en el aire: ''se le subió el volumen a lo que siento por ti.''










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