Cuando escribo me gusta imaginar. Volar un rato fuera de la tierra, subir al cielo, pintar las nubes de letras y aspirar el silencio. Volverme aire, mezclarme con los aromas del mar y dejarme ir por la brisa de la mañana.
Cuando escribo me gusta estar sola, y dejar que las musas vengan. Liberar mi imaginación y trazar en el papel ideas sin esconder palabras.
Cuando escribo esas ideas se agolpan en mi cabeza, tantas en tan poco tiempo que a veces consiguen agobiarme, entonces... huyo un rato del lapiz y el papel. Luego, más tarde, vuelvo a ellos con algo de música, que deleita mi pensamiento y da cobijo a mis recuerdos.
Y cuando vuelvo a escribir, y siento la textura del papel, cómo en este instante, me quedo mirando fijamente la punta negra y así las letras vuelan solas. Únicas. Tan fáciles de borrar y efímeras en el tiempo.
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