Detrás de los latidos secos que deja el reloj, detrás de esta sonrisa a media hasta y sin color, detrás de los amigos y del humo a contra luz, detrás de los espejos y las sombras estas tú. Detrás de las pisadas de los que vienen y van, detrás de un calendario que adelanta marcha atrás, detrás de cada foto de su cara y de su cruz, detrás de la prisión de mis nocturnos estás tú. Detrás de cada esquina de esta fría y gran ciudad, detrás de ese teléfono que se olvidó de hablar, detrás de las tormentas de la calma y la quietud, detrás de otro gesto y otras voces estas tú.
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