Y ahí estabas tú, a miles de kilometros, pensando en las personas de allí y en otras tantas de allá. Y las cosas se veían diferentes y parecía que aprendiste bastante en muy poco tiempo, lo que parece ser beneficioso, ¿no? Y de nuevo estaban los mismos problemas de siempre y esas personas que tantísimo echabas de menos, y las idas y las vueltas y todos los lugares que has visto. Y repente ya estás aquí. Aquí otra vez y curiosamente de una forma singular. Y entonces te invade una sensación de dulzura y de horror en el mismo instante, hasta que lo abrazas. Abrazas el calor a hogar y el suave tacto de la piel de tus cielos. Algo muy bonito, que quisieras guardar en un cajón para que no se fuera jamás.
Tengo miedo de que en cualquier momento te vayas.
¿Quién no tiene ese miedo metido en el cuerpo?
Parece que tú no, como si ni siquiera te importara.
Eso es lo que quiero hacerte creer.
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