Todo cambia cuando en tu esquema mental, en ese frágil santuario de certezas y dudas razonables que has construido a lo largo de los años
entra,
sin quererlo, sin llamar a la puerta, un día cualquiera,
entra,
sin quererlo, sin llamar a la puerta, un día cualquiera,
otra persona.
Y se queda para siempre.
Contemplar a la persona a la que llevas amando años y encontrar el mismo y estremecedor abismo en el que un día decidiste caer.
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