A medida que el año llegaba a su fin tuve la oportunidad de compartir momentos con alguien que me enseñó bastante en muy poquito tiempo. En una de nuestras conversaciones, yo le decía que mi prioridad en cada contacto con otro ser humano era cuidar de su corazón.
"Y también cuidar el de uno", me dijo él.
Cuidar también el corazón de uno, resonó en mi mente.
Soltar es aflojar los puños, dar y hacer espacio.
Significa perder el miedo a quedarse con las manos vacías.
Pensé en cierto corazón que llevaba largo rato cargando entre mis manos con la delicadeza de quien acaricia un pajarito herido.
Y entendí que mis manos no son sitio para curar un ala.
Entendí que mis manos no son sitio para enmendar ningún corazón.
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