Atisbaba alguna luz en mitad de aquella jauría de ideas desaforadas y caóticas, una pequeña luz que instantáneamente se convirtió en 365 días, 7 días, 16 horas y 57 segundos, algo muy pequeño que de repente se transformó en dos gotas por mis mejillas y una sonrisa para comerse el universo.
Comprendo que tus besos jamás han de ser mios, comprendo que en tus ojos no me tienen que ver jamás, y te amo, y en mis locos y ardientes desvaríos bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos, y en vez de amarte menos te quiero mucho más.
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