Llueve
estruendosamente,
como una tormenta de arena,
sin calma,
mis lagrimas
al mismo son
enmudecen a las nubes,
que andan deshaciéndose,
peligrosamente,
embriagando mis ojos
cual algodón.
Y la gente huye de este sentimiento,
pobres cobardes,
¿a donde irán?
No hay comentarios:
Publicar un comentario