Supe que quizá daba ases de cartas poderosos, esos que luego son los que te machacan por detrás.
Supe que, tus ojos, mirándome, ávidos de curiosidad, sólo querían conocerme más y más.
Y entonces me callé. Y tú me miraste, y en una de esas parrafadas tuyas entendí que no me importaba darte todo lo que soy. Abrirse a alguien siempre es difícil. Pero contigo es diferente. Como lo hemos hecho tú y yo. Una ráfaga de viento. Un conocerse al respirar. Un agarrarse mutuamente entre la fragancia que deja tu ropa en mi piel. Un ángel guardián.
¿Y sabes qué? Cuando te vi despertar y abrazarme una sensación extraña me recorrió.
Y ya no tuve miedo.
Pude ver en las pecas de tus ojos que contigo era libre.
Y así me siento.
Jamás había sido tan libre con alguien.
Nunca creí poder decir lo que pienso sin temor. Sin desprecios. Sin la idea de estar equivocándome.
Así. Un momento de esos que sólo siento yo pero del que quiero que conozcas.
Libertad, como en tus películas.
Nunca creí poder decir lo que pienso sin temor. Sin desprecios. Sin la idea de estar equivocándome.
Así. Un momento de esos que sólo siento yo pero del que quiero que conozcas.
Libertad, como en tus películas.
Ese transgredir los límites de la sensatez y poder reírme contigo de cualquier cosa. Y mirarte, como si ciertas pequeñas partes del mundo se detuvieran alrededor tuyo. Libre para poder expresarme sin miedo. Libre simplemente siendo yo. Libre de exponerme. De poder hacerme daño queriéndote tanto. Libre y siempre contigo, aunque estemos lejos. Libre sin ataduras, sin presiones, sin roces.
Y ya no tengo miedo, a eso sabe la libertad contigo.
Y ya no tengo miedo, a eso sabe la libertad contigo.
Ya sabes, Nothing else matters.
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