Destellos. Que surcan los mares, y los ríos, la tierra, el aire y el agua. Y finalmente el suelo y las paredes que nos protegen o los campos de amapolas eternos, puros y hermosos.
Destellos. Que vienen de ti, y de un momento, y de otro, y de una mirada, y del calor del hogar, y del aroma de un lugar, de una entrada, de una fragancia, de un sonido, de una estrella, del azul oscuro del universo, que se apoderan de nuestra conciencia y de la poca lógica que queda en mis venas.
Destellos.
Destellos de vida.
Destellos de ti.
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