Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


viernes, 17 de septiembre de 2010

Welcome, dear

Y llueve. Pese a que el sol lucha por sobrevivir, las gotas de agua están regando la ciudad. Y es precioso. No sé si sabréis que me encanta la lluvia. Me encanta la humedad, ese olor tan característico que embriaga tu alma justo cuando la tempestad se calma. Es bonito. Es de estas cosas que siempre me han gustado. Y en realidad no sé porqué. Pero me sigue cautivando. Aún no ha llegado el otoño, pero bien cierto es que el verano se esfumó. Quizá podamos contemplar algún día el sol tan radiante como entonces, pero aún así, ya se fue. Y ahora las hojas comienzan a caerse y atardece antes. Es un fastidio que caiga la noche tan pronto, ya que las horas se comen la luz y se pinta todo de oscuridad en poco tiempo. Sí. Eso no me gusta. El otro día vi un espectáculo que me congeló, observe como una nube se fundía con otra más pequeña. E imaginaros el tiempo que debí estar mirando el cielo allí plantada sin otra cosa que hacer. Pero simplemente es lo único que quería hacer en ese momento. Y ahora tras el cristal veo como las gotas caen, pero instantáneamente y mientras escribo esto pierden intensidad. Y sonrío. El sol ha decidido salir de esa nube y adornar la calle con un poco de calor, ya que hoy hace más frío.
Finalmente. Otoño. Bienvenido.

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My madness keeps me sane.