Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


miércoles, 15 de agosto de 2012

Es el humo trenzándome el pelo.

Supongo que es la ambigüedad de vivir. Así un día te levantas por la mañana y sólo te apetece volver a enterrarte en tus sueños. ¿Donde fueron que ya ni te rozan? Hace mucho que no se presienten. Quizá sea lo mejor; indefectiblemente lo es. Buscar porqués, ¿por qué? Esa tierna voz que recorre tu mente y el estridente y enrevesado sonido que emana el palpitar de tu ventrículo izquierdo. ¿Dónde están? Digamos que el derecho sólo se deja llevar. Al igual que los ruidos en la noche. Es curioso que se fundan con tus anhelos de desaparecer. Deslizarse por esa red enmarañada de pasado y lo que vendrá. Y tú no te quieres dormir, pero tampoco soportas estar despierta. Sólo quería decirte que te voy a echar de menos. Hay pecados compartidos, sólo entre dos. Y allí a la luz de aquello que impregnaba nuestras manos me encantaba tu sonrisa. También recordaré esa frase inconsciente al bajarme de tu coche. Y ahora, me pregunto, qué es lo que nos queda. Lo peor es que en algún recóndito lugar del Planeta Tierra todavía quedará algún ser humano que crea tener la razón.

Supongo que algunos que vienen ahora poco tienen que decir. Hay muchos rumores por todos los lados que turban la limpieza de nuestro corazón. Me gusta disfrazarme de ti. Me levanto a esas horas para que el silencio de la noche me arrulle y pueda al fin escuchar con toda claridad mis propios pensamientos. Acto seguido, tras unos instantes, me doy cuenta de que no se escucha absolutamente nada. Estás vacía. Si quieres me quedaré callada hasta que vuelvas. Recordadme siempre así, pidiendo que me recordéis.


Supongo que es bonito verte atardecer. Intento perseguir el tiempo otra vez. Hasta que vuelvas a brillar, allí en lo alto. ¿Cuando decidiste bajar? Es difícil creer que me sigues recordando, aunque es cierto que este tipo de cosas no se olvidan con facilidad. Quería decirte que no eres tú, es la insoportable intrascendencia de este absurdo penar llamado vida. Es decir, ¿y si la explicación última fuera que simplemente no hay nada que explicar? Es una gran posibilidad. Ya sabes, yo me enamoro de lo que duele. Quizás la realidad sea más dura y prosaica que todo eso. Las cosas se calman, el mundo tira para adelante. Y ésa es la verdadera tragedia. 

Mascar la tragedia y escupir el drama.




Hasta que nuestra mutua dejadez por la seguridad de tenernos 
nos separe.

Mi foto
My madness keeps me sane.