Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


domingo, 17 de marzo de 2013

Maldita dulzura la tuya.

No queremos ser como los demás. Y allí estabas tú. Divergencia entre mis anhelos y tus pistas. Un 'no puedo mirarte sin sentir que me devoras desde dentro'. Un quererse a trocitos, un dejarlo todo para luego, no saber qué hacer una vez más, pero acabar en tu cama. Me conformaba con bailar un rato con la felicidad. Y en aquel rincón la felicidad eras tú. Quizá seas tú, quizá el control, quizá sea yo, quizá el temor. Me asustaba de ti porque quería ver tus ojos estallando en aquel punto exacto armónico entre tu cuerpo y el mío. Maldita dulzura la tuya. Malditas cada una de tus palabras. Tocaba tu piel como si de oro se tratase, deslizando por cada uno de tus recovecos las yemas de mis dedos. Tócame. Cuánto tiempo llevas esperando agarrarme por la cintura. Hazme soñar. Deja que mis labios se ciernan sobre los tuyos y déjame que te coma despacito con estos ojos verdes. Gracias por no discutírmelo nunca. Me divertía nuestro juego hasta tal punto. Inalcanzable con letras. Sólo sentir que tu piel me rozaba, y estremecerse, y reírse con esa incertidumbre. Quédate ese recuerdo para siempre, guardado en alguno de tus cajones. Mariposas azules. Después de todo, gracias por reaparecer.


sábado, 16 de marzo de 2013

Sálvese quién pueda.

Puedo volver. Puedo callar. Puedo forzar la realidad. Puedo doler. Puedo arrasar. Puedo sentir que no doy más. Puedo fingir que me da igual. Puedo incidir. Puedo escapar. Puedo partirme y negociar la otra mitad. Puedo romper. Puedo olvidar. Puedo comerme la ansiedad. Puedo salir. Puedo girar. Puedo ser fácil de engañar. Puedo joder. Puedo encantar. Puedo llamarte sin hablar. Puedo vencer.  Puedo crecer. Puedo lanzar. Puedo perderme en la obviedad. 

Estos días raros.

Entonces ocurre. Te crees que lo sabes todo. Y parece ser que estar con alguien no es tan simple como parece. Que existen dos esferas que giran en el universo que han de unirse y no siempre consiguen hacerlo. Lo difícil no es coincidir, sino permanecer. Así la vida no es más que una sutil incógnita que pasa frente a nuestros ojos, mientras dudamos si está bien lo que hacemos, o si siquiera podríamos soñar con lo que de verdad queremos ser. Aquí cada cual tiene sus historias y no merece la pena arruinar ninguna. No importa que yo estuviera con una persona, que la engañara, que soñara con él por las noches, ni siquiera que llevara puesto algo suyo mientras besaba a cualquier otro. Aquí las penas las dejamos en los cajones. Y las mentiras cada uno las calla como puede, para intentar que esas esferas se mantengan unidas un poco más. También sucede que quizá haya momentos en los que inevitablemente sucede. Cambio y separación. Y cada esfera sigue su curso. Esferas que se enlazan con otras que quizá otorguen mucho más. Aquí siempre se ven los mismos problemas y quizá las cosas ya no sean como antes. ¿Dónde está el punto exacto en el que dejarlo todo atrás? Creo que nos hemos pasado listos. Hablamos. Y sin decir realmente nada nos susurramos que aún nos queremos pero hay cosas que no dejan de estar detrás. He vivido muchas emociones que no sólo me has dado tú, y lo entiendo. Pero tú no. Y podemos discutir eternamente sobre quién quiere más a quien pero nunca seremos lo bastante inteligentes para dejar de hacernos daño. Disculpa mi osadía. Nunca pretendí hacerte sufrir. Sólo me alimento de tu ausencia, que consume mi piel.

martes, 5 de marzo de 2013

Nadie habla del fin del mundo.


Y al principio no podíamos separarnos tres míseros días. Ni siquiera dos. Y esa amapola que me cogiste del campo. Quedarme quieta ésta vez me cuesta tanto. Sólo queda subir otra montaña. Vuelvo a respirar profundo. Y guardar en algún sitio todas esas cosas que forman parte de mi. O que me formaron. Ya no importa nada más. Dieta de semanas de horas de tiempo que pasa, pero no pasa, que llega y se va, se queda, se endurece y tiene pretensiones de eternidad aún esperando su momento. Otra vez la vida me ha sacado bailar. Pero vaya escenario más feo. Apenas hay luz, ni flores. Soy una musa haciendo de piano que cicatriza heridas. Ahogándose. En el centro del huracán. Abierto de par en par dentro de mi cabeza. Y éstas ganas de no vivir, donde dejarlas. Éstas ganas de nada. Esas ganas de volver a no poder separarse en tres miserables días. Fue fácil echarte de menos cuando no te conocía. Pero no. No te conocía. Me callo porque es más cómodo engañarse. Pero y qué. Ve. A desconocer un poco más las agujas del tiempo que a saber si llega. Una mano rozando mi pelo. Suave. Suave. Suave. Lento. Lo roza y lo baja. Despacio. Como si fuera un camino. Solías quedarte entre mi pelo. Y yo desmayada. De amor y de mentiras. Descalza. Desnudos. En la cama de los buenos momentos. Haciéndote cosquillas. Haciéndote llorar. De amor y de mentira. Y así pasar las horas despierta. No dormida sino despierta. Por las pesadillas, sólo por ellas. Morir lentamente. Pero sonreír. Cosas que pasan, ¿verdad? De eso trata la vida cuando la sientes. Y ya nada. Nada de ti. Nada de mi. Nada de nada. Silencio. Paredes. Transeúntes del mundo sin más. Que el deseo se extirpa. Y cabe dolor. Y hay tormentas. A estas alturas. Y gotas que abrasan lagrimas. Como si las alturas te dieran el privilegio de llorar sin miedo, de gritar sin miedo, a saber que es mejor. No me vistas si vas a mudarte.

(la música más bonita del mundo está siendo arrojada por una alcantarilla que sueña con ser un techo o una nube o una ciudad)


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My madness keeps me sane.