Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


sábado, 21 de mayo de 2022

Mi ángel

 


El milagro que estás esperando eres tú.





Deberíais saber que la gente olvida lo que hiciste, pero no cómo la hiciste sentir.

Deberíais saber que, en el clímax de la tragedia, no se puede pensar muy bien con claridad; todo es ruido de explosiones, cristales rotos, alarmas ensordecedoras.

Deberíais saber que las personas van llegando a tu vida cuando deben llegar.
Por algo, siempre por algo; para salvarte, 
para quererte 
o para destrozarte.

Y lo mejor es que todo eso puede ir por fascículos, uno tras otro. 
Y cuando menos lo esperas o cuando crees que menos lo necesitas; ahí está.
Parece que hay momentos que justifican una vida. 
Supongo que también hay vidas que duran un suspiro.

Que poco a poco el orgullo se desvanece, que comienzas a mirarlo de reojo, a cederle el paso en la puerta de la entrada, a preguntarle si ya ha comido.
Y que entonces queda por delante lo más difícil; decir lo siento sin que suene a melodrama urbano, a canción ligera, a revival de tiempos dorados.
Que no resultará a la primera. Ni a la segunda. Ni probablemente a la tercera. Que para que dos corazones consigan vaciarse de rencor y llenarse de ternura tienen que latir necesariamente a un mismo tiempo. 
Una conexión cósmica, una inexplicable coincidencia de voluntades. Que a veces da un poquito de vergüenza. Que en el momento clave igual te da por estornudar o las palabras empiezan a atropellarse unas a otras al salir de tu boca.

Pero que se te hace un nudo en la garganta cuando al fin vuelves a sentir el calor de su cuerpo.
Un nudo enorme.
Que tú también te echas a llorar y que finalmente te queda clavadito en el pecho el puto melodrama urbano de las narices.

Pero que eso ya no importe en absoluto. Que ya no importe nada, absolutamente nada, salvo que, al fin, estáis de nuevo uno junto al otro.
Tan pegaditos, tan temblorosos, tan transparentes. 
Como si todas las estrellas del cielo, conmovidas, estuvieran encogiéndose muy fuerte mientras os observan desde allá arriba.

Y que resulta que jamás se tiene mucha idea de porqué sucede todo esto.
Que parecemos condenados a encontrarnos y desencontrarnos todo el tiempo. Que a veces necesitamos gritarnos, abandonarnos y herirnos de muerte para recordar cómo era eso de querernos. Que cualquier noche, cuando nos acurruquemos en la cama, quizás ya no haya un mañana. Que ojalá haber sentido mucho antes el calor de tu cuerpo. Que esto siempre acaba resultando una movida complicadísima. Que puede que no convenga pensar demasiado en ello.

Porque esto, sencillamente, es lo único que tenemos. 
 
En el fondo, sólo se escribe por tres razones; 
para que te quieran, 
para pedir perdón, 
o para olvidar. 

Y no tienen por qué ir en ese orden.





3 de Julio del 2021




I'd wait a million more for you.

 


Un día aprendí que tratar de darle forma a lo que sentimos es otra manera de despertar.








Quizá fuera uno de los mejores días de mi vida.





Pura magia

  A los que buscan,

aunque no encuentren.


He visto a mucha gente enamorarse en bares. 

En algunos teatros también.

En estadios de futbol, en colinas llenas de tulipanes como esas postales de Holanda que mandaba mi mejor amiga hacia finales de septiembre. En general, en cualquier rincón lúdico que vinculara diferentes tipos de cerveza y una preciada sintonía musical.

He visto a mucha gente acariciarse con la mirada en todos esos sitios; esa sutil interacción del que quiere sumergirse en besos de la persona amada y ese tímido gesto de inocencia que no es más que el propio miedo erizando cada parte de tu piel.

Siempre me ha parecido bonito; ese primer nexo de unión entre dos seres humanos.

Esa conexión milagrosa en la que miles de moléculas arden en un entramado fabuloso de maniobras químicas. Tus pupilas dilatándose, tus poros transpirando, tu corazón bombeando lo más rápido posible toda tu sangre.

Tus células necesitan más oxígeno. Literalmente.

Y eso me parece una magistral obra de arte. 

La naturaleza en su estado más primario, donde el vínculo con otro ser humano es primario e inapelable.

Precioso.

También pienso que la belleza que acontece en ese instante no es más que el producto arbitrario de la combinación de millones de caracteres genéticos. 

Todo sucede en segundos. 

En un gran silencio, como si la suerte ya estuviera echada. 

Todas las posibilidades abiertas. 

¿Qué hay más hermoso que eso?








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My madness keeps me sane.