Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


martes, 30 de abril de 2019

La gente rara es tan bonita.



Tú. 

Cuando éramos reyes.

Sexo con amor.

Fiesta en los hoteles.

Aire en el pulmón.

Agua entre la nieve.


La imagen puede contener: texto


Tu mirada entre tantas miradas







lunes, 22 de abril de 2019

Las heridas de las guerras que evitamos.


Me encontraba tirada en un aeropuerto del oeste de Arabia Saudi, después de un layover de casi 12 horas. Estaba exhausta, mi cuerpo se compungía de cansancio. Pero también pensaba en la forma que la vida ejerce su magia y te coloca en sitios estratégicos dándote señales.
Me encontraba en Jeddah, y en un mes tenía un dificilísmo examen para entrar en el sistema nacional de salud saudí. Aún no sabía muy bien lo que quería del futuro, solo trataba de fluir con el tiempo.

Llevaba un mes viajando sola por Asia y Malasia, con una mochila mugrienta y cada vez menos dinero en el banco.
No cobraba desde hacía meses, y no era precisamente por falta de trabajo. Me había despedido yo misma antes de las Navidades. En un intento desesperado de renacer.
Estaba cansada de aquella ciudad caótica llena de gente, polvo y prisas. Había decidio irme, aunque realmente ni siquiera sabía si tenía un plan.

Y fue en ese momento, tirada en el aeropuerto, después de volar desde Singapur y maravillarme con un azafato guapísimo, después de conocer a un chico rumano que curiosamente trabajaba en Pamplona, después de semanas y meses de dolores y molestias de espalda cuando pude entrever una luz y entender algo.

Había sobrepasado todos los límites que algún día me había propuesto y cualquier pedazo de sueño que había podido tener. Había vivido en el extranjero más de tres años y había comenzado a recorrerme el mundo.
Había conocido a muchas personas maravillosas, había llorado de impotencia en muchos momentos por injusticias que había vivido. Pero sobretodo había luchado. Contra viento y marea, por sobrevivir, por aprender y seguir avanzando.

Es cierto eso de que las cosas sólo se ven con perspectiva desde fuera, y ese fue uno de los momentos más sobrecogedores de toda mi vida.
Con tan sólo 21 años me fui a vivir a otro país. Con 23 había conseguido un puesto de trabajo que muchos anhelaban con deseo durante muchos años. Y lo dejé ir, a conciencia, sin remordimientos ni lastres.
Y con 25, después de recorrerme Centro América, Tailandia, Vietnam, casi toda Europa y parte de Malasia, mi mente sólo me pedía más.
Mi cuerpo, sin embargo, exhausto del ritmo frenético de los últimos siete años, empezaba a tornarse pesado.
Me di cuenta de que debía empezar a cuidarme, de que sería clave para poder descubrir y explorar todo lo que deseaba durante muchas decenas de años más.
Y lo marqué cómo objetivo la última noche del año, escribí sonriendo.

Fue allí, en aquel rincón pérdido del mundo, rodeada de gente de quizá todos los lugares del globo, dónde cogí aire profundamente y sólo pude sonreír a aquella persona que servía el café, a aquellos críos que corrían y jugaban entre las sillas, a aquel señor mayor que dificilmente aguantaba todas aquellas horas de incomodidad. Y me reí fervientemente. 
Dios, casi me eché a llorar.
De pura alegría, por sobrevivir, por transformarme en la mejor versión de mi misma que jamás pude haber imaginado.

De todas aquellas horas, no sólo puedo destacar aquella sensación maravillosa. También conocí a un muchacho gallego que llevaba varios años trabajando entre proyecto y proyecto Estados Unidos - Oriente Medio, me senté al lado de una viejecita mediterránea que guardaba su equipaje con recelo a la cual cedí el asiento, me reí a carcajadas al ver muchas incogruencias de culturas en un sitio tan diminuto y tan extrañamente singular.

Recuerdo que estaba muerta de cansancio, pero inmensamente feliz. Me recordó enormemente a una noche que compartí junto a mi mejor amiga en casa de una chica sudafricana en Alemania, dónde no podía ni levantarme del cansancio pero sólo podía sonreír de lo agradecida, satisfecha y orgullosa que me sentía de mi misma, de mi fuerza inagotable, de mi mente ávida y curiosa que no descansaba jamás.

Me acuerdo que me entretuve leyendo un libro que había dejado olvidado algunos años atrás. Y sonreí brevemente, dándome cuenta de que cuando comencé a leer aquello, pensaba que el mundo era de una manera diferente, y en aquel momento pude entender cómo te cambia el tiempo y las personas que te vas encontrando en el camino.

Allí, después de pérdidas, lloros, risas, experiencas y millones de momentos, miles de los cuales no quería revivir más, y muchos más de esos que quieres que se queden cerquita del corazón, atisbé que la vida sólo debe ser vivida hacia delante. Saboreando cada momento, dejando atrás todo lo que nubla la mente y te hace añicos el corazón, protegiéndote siempre y creando la mejor versión posible de ti mismo.

Cada persona que aparece en tu vida puede ser muchas cosas, pero ante todo es una oportunidad. De hacer las cosas de otra manera, de conocerte mejor, de avanzar en una dirección desconocida. Creo que en el fondo no somos más que posibilidades. Todos. Y qué maravilloso el mundo, joder.






domingo, 21 de abril de 2019

Fin del daño.





Creo que necesitamos dejar de tener miedo, estar menos asustados.
Sólo quería dejar impreso que la vida no deja de ser una cosa preciosa.

Estoy segura de que existe alguna persona en la faz de la Tierra
 que es capaz de sentir lo mismo que siento yo.

Es la posibilidad de conectar con otro ser humano lo que nos mantiene vivos.

Aunque sea ínfima o incluso imaginada 
o directamente imposible.
Sólo eso.
Creo que cuando acaricias esa posibilidad 
también alumbras 
la esperanza de poder salir de esta peculiar cárcel de mierda 
que eres tu mismo.
Nadie debería pasar demasiado tiempo a solas consigo mismo.
De verdad.

De modo que somos una infinidad de diminutos seres humanos 
chocando furiosamente entre sí 
en pos de esa feliz 
necesaria 
conexión.

Somos una infinidad de diminutos seres humanos 
que hacen lo que pueden por seguir existiendo en otro.

Aunque puede que ese otro ni siquiera sepa encontrarnos.

.
.
.

viernes, 5 de abril de 2019

Maybe one day I ll fly next to you.


Al eterno amor de mi vida;

Te escribo esto porque de alguna manera no sé expresarte todo lo que siento. Porque hace tiempo que no sé hablarte ni contarte nada. Porque perdí la cualidad de recurrir a ti cuando lo necesitaba, porque siempre por una u otra cosa había algo en el momento que era más importante que yo.

Te escribo esto porque dejé de confiar en ti, porque he sentido tantas veces que me apartabas que al final he decidido irme yo.

Han pasado mil cosas. No quiero dramas, aquí cada uno tiene sus problemas. Pero de alguna forma siento que te debo una explicación y no soy capaz de hacerlo sin tenerte delante, así que he decidido escribirte.


Te quiero. Te querré infinitamente. Eras y serás una parte de mi. Eres los ojos con los que veía el mundo, las ganas de respirarte, eres todo lo que anhelaba que estuviera a mi lado cada día al despertar.


Pero, poco a poco y no sé muy bien desde cuando, he dejado de sentir. Dejé de necesitarte, dejé de sentir que puedo arroparme en tus brazos cuando algo va mal. Dejé de sentir que me necesitabas en tu vida, y decidí arrinconarme en la mía y no pensar mucho en ti.


Sé lo dura que he sido contigo. Te pido perdón, sé que muchas veces me he equivocado.

Ya no soy la persona que tú conociste, he cambiado, y supongo que a veces la vida te pone en situaciones en las que puedes ver quién está ahí de verdad y quién no.
Lo siento de corazón, me has faltado durante mucho tiempo.

Quería contarte que admiro eso de ti, tus ganas de luchar pese a todo, tu visión irrompible e invencible de un futuro juntos, tu infinita paciencia cuando ni siquiera yo puedo aguantarme. Pero han pasado muchas cosas, he estado agobiada y angustiada muchas noches porque no sabía qué hacer, y tú no estabas. Y desaparecías, aún cuando más te necesitaba.


Me hubiera gustado otro tipo de desenlace, pero esto es lo único que te puedo dar.


Te amaba. Te amaba tanto que me faltaba el aire cada vez que te veía respirar. Te amaba y deseaba quedarme abrazada a ti hasta que se acabara el mundo. Soñaba contigo, me importaba poco lo que pasara si, de una forma u otra, estabas tú en la ecuación para abrazarme al despertar. Me iba el corazón a mil por hora, contaba las noches, vivía una versión romántica de un nosotros eterno, deseaba con todo mi ser equivocarme. Tu risa era un soplo fresco en el infierno.


Pero todo eso cambió. Ambos lo hicimos, supongo. Por mí, por nuevos momentos que me arrebataron la paz. Por ti, por tu forma de tratarme y de dañarme, porque tú también creciste y no eres la misma persona que conocí.


No necesito más disculpas. Quizá seas la persona que más perdón me ha pedido jamás.


Ahora te veo distinto.

No quiero apartarte de mi lado, pero necesito que entiendas que ya no soy esa persona de la que te enamoraste. Que esa cría de 18 años ya no existe, que crecí, que mi mundo es diferente, que ahora tengo otras dificultades y que nunca he querido menospreciar las tuyas (te pido disculpas también si alguna veces has sentido que lo hice).

Te escribo porque, sin darme mucha cuenta, pasé muchos meses llorando por ti y de repente un día tus ''te quiero'' ya no significaban nada. Te escribo porque no sé qué siento por ti ahora mismo, pero sé que te sigo queriendo. Porque pensé que eras mi otra mitad, pero me hacías daño. Porque deseaba fervientemente que estuvieras cada día en mi vida pero sólo recuerdo como abrías una y otra vez las mismas heridas.


Te escribo porque han pasado muchas cosas en mi familia, y tú no estabas para preguntarme cómo me sentía ó si necesitaba algo. Te escribo porque en vez de ayudarme siempre has elegido apartarte de la situación. Te escribo porque durante muchos meses fuí yo la que no te conté nada, por no molestar. Te escribo porque siento que nuestras vidas son distintas, y jamás encajarían juntas. Te escribo porque después de muchos y largos meses de decisiones he decidido cerrar ésta etapa de mi vida contigo.


Eras y probablemente serás la persona más importante de mi vida. Y también te quiero dar las gracias. Pero llevo mucho tiempo sintiendo que no me aportas nada, que cada mínima conversación que tenemos no dice nada, que todo entre tú y yo está vacío, que nos hemos convertido en algo fútil e insustancial. Las palabras han dejado de tener valor y apenas significan nada. Nunca me perdonaría tener algo vacío contigo.


Me he sentido frustrada, triste, sola y abandonada por ti en muchas ocasiones. Y llevo mucho tiempo sintiendome en un segundo plano. Lo sé, quizá tú tengas tu propia versión de los hechos, no quiero discutir más. Para mí el amor es algo más.

Echo de menos tus brazos en la noche y tu sonrisa al despertar. Echo de menos tu humildad.

Aquel día que decidiste apartarme de tu futuro y seguir tu camino quizá fuera uno de los peores días de mi vida. ¿Cómo podías decirme todo aquello con lo mucho que yo te quería? ¿Porqué querías alejarte? ¿Había hecho algo mal? -pensé-

Recuerdo aquella noche mejor que algunos años de mi vida.
Y seamos sinceros, ambos nos hemos equivocado en muchas cosas.
Estaba ciega. Eras tú el que se equivocó en aquel momento.
Admiro que lo hayas seguido intentado durante tanto tiempo, y no quiero hacerte sentir mal, estoy segura de que serás muy feliz y te deseo lo mejor.
Estuve ciega, nadie tiene que ser el soporte de nadie.

Pero la vida ha seguido su curso, mientras tú no estabas.

He estado pensándolo durante un tiempo y siento que, todas esas veces que volvía a ti, que volvía a llamarte, a escribirte, a buscarte incesantemente... siempre era un mero intento de volver a sentirme en casa.
Porque eso eras tú para mi. Mi casa. Mi hogar.
Un sitio en el que sentirse segura y en el que nada malo podía pasarme.

Mis miedos, mis temores... todos esos mostruos horribles a los que tanto temía...

resultó que ya me habían pasado por encima. Todos y cada uno de ellos. La decepción, la pena, la rabia, las ganas de morirme a ratos, las ganas de volver a renacer.
En un intento agónico de perdurar y mantenernos vivos. En un intento fallido de desear volver a ser quienes éramos.

Tenías razón.

Hablaba contigo en aquel mirador y no sabía explicarte porqué me sentía así, y tu me dijiste ''Tú y yo no podemos empezar de cero porque tú y yo tenemos un pasado, y eso no va a cambiar.''

Y voilá. Touché. A pesar de mi intento inhumano por olvidarlo todo y volver a empezar, por enamorarme de ti del modo en el que lo estaba, por querer volver a anhelarte por las noches... Lo siento, no puedo perdonarte.


Después de intentarlo durante meses, olvidando, recordando, tratando de preguntarte, tratando de entender porqués... No puedo perdonarte. No sé si podré conseguirlo algún día.


Quizá tampoco puedo entenderlo, porque para mí el amor es otra cosa. Es un te cuido, es un me importas y necesito estar contigo, en tus malas y en tus buenas. Nunca entenderé porqué siempre fui la otra opción, el botón seguro al que volver porque.. ''oye, tú y yo nos queremos eternamente y estaremos juntos en el futuro.''


Lo siento, y se me rompe el alma, pero no eres la persona con la que quiero compartir mi vida ahora mismo, y necesito tiempo.

Para olvidarme de todo, para enterrar el pasado, para darme otra oportunidad a mi misma y desligarme de ti.

Y si, cómo tu dices, es cierto que estamos destinados a brillar juntos en el futuro, comenzaremos esto de nuevo. Sin ésta sensación de que no estás, sin ésta sensación de que no soy suficiente, con unas ganas renovadas de construir algo nuevo.


Lo siento, pero tengo que dejarte ir. Y te aseguro que esto me cuesta más a mi que a ti, que te amo con cada célula de mi cuerpo y que te pienso cada minuto del día.

Tenía mucho miedo de perderte, de borrar ésta historia y perderme en la desesperación.

Y resulta que ya te había pérdido, que ya no me podías ayudar, las heridas no cicatrizaban más, habías dejado de ser mi hogar.


''Hasta que nuestra mutua dejadez por la seguridad de teneros, nos separe.''
Y en esos pequeños, efímeros e ínfimos momentos en los que nos vemos y viajamos juntos todo renace y me parece estar viviendo un sueño... pero luego despierto, y vuelvo a la realidad. Y es una realidad en la que no estás.

Eres lo más bonito que he tenido, pero ahora necesito alejarme de ti y cerrar una etapa que ambos llevamos sufriendo muchos años. Si nos volvemos a encontrar, quizá pueda volver a enamorarme de ti como lo hice en aquella estación al verte de nuevo. Pero antes tengo que ser capaz de perdonarte y aún no puedo, tengo heridas que cerrar.

Gracias. Por todos los momentos. Por todas esas noches. Por ser mi hogar todo ese tiempo y por tu sonrisa, que siempre será la más bonita que veré jamás. 


''Eres el poema que nunca sé cómo termina, quizás porque no quiero que se acabe.''

Al eterno amor de mi vida;


gracias por todo, siempre.




Mi foto
My madness keeps me sane.