Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


sábado, 22 de enero de 2022

Lets raise a glass or two.


Pienso que no deberíamos llamarla vida hasta que aprendiésemos a vivirla con valentía. 

Dejándonos llevar, sencillamente, por nuestros apetitos más honestos, prescindiendo de este inexpugnable muro de mecanismos de defensa; mirando a los demás a los ojos, supliendo nuestras carencias con talento y alegría. Caminando, silbando, relativizando bajo el sol de media tarde con la tierna certeza de que -vale- nos costará un poquito, pero cualquier día de éstos por fin aprenderemos a vivir nuestra vida sin el jodido miedo.




                     Quiero hacer contigo lo que la poesía hace con un lienzo en blanco.







Qué más se puede pedir.


 ''Aunque la verdad es que he echado cuentas y puedo afirmar que, mucho antes de conocerte, yo ya te quería.

Y sí, ya sé que no soy el primero que dice esto, que es posible encontrar conjeturas similares en las dedicatorias de las novelas de bolsillo, en las carpetas de los escolares, en los estribillos a medio tiempo de cualquier cantautor coñazo.

Aunque yo no soy cualquier pintamonas: tengo pruebas científicas, concluyentes e irrefutables.

Porque si observas muy, muy atentamente las principales obras maestras del Barroco, coincidirás conmigo en que, allá por el 1683, yo ya te amaba con toda la magnitud de los claroscuros y las poses afectadas de los santos.

Año más, año menos: tampoco soy un experto.

Pero es que también es evidente que, en la Edad Media, yo te deseaba ya con la sumisión del caballero para con su dueña; y que, en la época de las mastabas y la movida cuneiforme, también te adoraba como a una diosa fértil; y que incluso en el Paleolítico, cuando no había hipotecas multidivisa y la cosa se apañaba con unos cuantos árboles tan antiguos como la Tierra, yo ya quería llevarte al huerto.

Y eso que aún no había ni huertos.

Imagínate.

Y en fin: ahora estoy haciendo un doctorado acelerado en Astronomía porque sospecho que, allá por el Big Bang, yo también bebía ya los vientos por ti.

De hecho, también intuyo que la partícula extremadamente densa y explosiva, que fue el origen de todo, no fue una partícula cualquiera: éramos nosotros.

Folleteando, besándonos, arañándonos, ardiendo a eones de distancia.

Pero claro: no nos conocíamos, porque aún no había nada por conocer.

El caso es que tengo todos los datos, todas las intuiciones. Tan sólo me falta completar unos esquemas y resolver unas ecuaciones de nada. Pero quería escribirte esto porque me moría por adelantarte los resultados de mi investigación.

Lo único que me jode es no poder conocer de igual forma el futuro; eso sólo lo pueden hacer los dioses.

Y yo tan sólo soy un loco.

Porque te confesaré algo: con todo, a veces me pregunto si seremos capaces de querernos mañana.

Y no obtengo ninguna respuesta empíricamente válida.

En realidad, no encuentro respuesta alguna.

Y eso me mata.''



-Lo que yo quería deciros.

José M. Campos-






No sabemos a dónde vamos porque 
no hay un plan maestro 
ni un destino al que dirigir nuestros actos.
El futuro puede ser cualquier cosa.





viernes, 21 de enero de 2022

U.

Hay personas que no se van.

Aunque no estén.

Aunque jamás vuelvan.

Aunque parezca que el universo ha decidido explotar en mil pedazos y todo lo vivido aparezca como en un recuerdo de esos fantasmagóricos atizándote en cada rincón.

Hay personas que, simplemente, habitan en ti.

Vivirán ahí, contigo, toda la vida.

Cada segundo de cada hora que pase.

Como todos, seguimos esperando. Anhelando ese cambio. Esa ínfima posibilidad de que suceda algo inesperado y cambie por completo toda nuestra jodida existencia. 

Una persona, un contrato indefinido, un poema que en el fondo es una bazofia pero a ti te hace llorar.

Da igual.

Vivir es esperar a esas personas.

A veces sentimos que el tiempo corre y nos desesperamos porque la película de nuestra vida no avanza.

Es como estar atrapado entre lo que eres y lo que crees que deberías ser.

Últimamente he estado pensando en lo largos que son en realidad los procesos vitales que definen y cambian toda nuestra vida: las pérdidas, los cambios, las transformaciones.

Uno piensa que es como en el cine, donde cambian la música de golpe y al segundo entra de repente otra escena que lo inunda todo.

Pero no;

cada mierda dura años.



Uno nunca sabe lo que le espera.






A veces esta vida va al revés.


''¿No os sucede que, a medida que pasa el tiempo y conocéis nuevas personas, os parece encontrar patrones similares, tipologías que se repiten, como si todo el mundo fuese muy parecido o, quizás, fuéramos nosotros quienes buscásemos una y otra vez a la misma persona?''









H O M E
is wherever Im with u.






domingo, 2 de enero de 2022

2022

 



“A veces tengo miedo de mi corazón, de su hambre constante, de lo que sea que quiere. 

La forma en que se detiene y comienza otra vez"







La gente se acostumbra a la persona feliz y sin problemas, pero esa es sólo la sombra por fuera.
Contigo soy la de dentro.
A la que le duele que la vean rota, la que se preocupa en exceso, la que quiere que todo esté bien.
La que cuenta los secretos a medias, porque sabe que al fin y al cabo todo el mundo oculta cosas. 
Soy la de los abrazos y risas de nervios, la de lágrima fácil y pocos amigos reales. La que se enamora y se hace autopsia en vivo, enseñando todo lo que traigo dentro. Soy lo que he comido y me ha hecho daño, todas mis alergias y también mis sueños.
Te muestro lo que no soy frente a todos porque el mundo en plural siempre me ha dado cierto recelo. Soy la que escribe pero nunca se siente demasiado capaz para exponerlo en ningún sitio. Soy la niña acomplejada muchas veces, la que no siempre es fuerte. La que tiembla con los relámpagos desde que era cría, a la que le brotan cristales cada vez que cree que algo de alrededor se rompe en pedazos. 
Soy la que tiene traumas evidentes y no los termina de aceptar, la que creía que no merecía nada por ser la mala y luego resultó ser la buena del cuento. La que cuando fumaba se creía la peor enfermera del mundo, la que duerme sin calcetines porque con ellos siente que se asfixia...

A veces soy monstruo, 
a veces humana.












I hurt myself that day.

 

En realidad, irse o quedarse no tienen demasiado sentido cuando uno ya no sabe muy bien donde está. 

Aquello se repetía en mi cabeza incesantemente mientras me miraba al espejo cada mañana.

Y recordaba aquellos diciembres helados cuando toda preocupación yacía en coger un tren y ver el mundo que me rodeaba. Y me lavaba la cara torpemente, con aquella música lenta que me embriagaba entera y me hacía replantearme toda mi jodida existencia.

Todos necesitamos sentir cosas, pero hay temporadas en las que simplemente no sientes nada. Tú sigues yendo por ahí y en el fondo eres medio funcional e incluso cordial y saludas a los vecinos. Pero en realidad estás vacía. En realidad estás tú y la nada. Tú y el vacío. Tú y la inercia del existir. Como si te hubieran sacado de ti misma. Como si ya nada importara. Como si todo lo que te rodea fuera moviéndose muy despacio como en una de esas películas en blanco y negro y a cámara super lenta.

Y entonces te encoges de hombros y piensas: ¿Le sucederá esto alguna vez a todo el mundo?

La nada es un trabajo demoledor. Es una sensación constante. Una lucha encarnizada contigo misma.

Un día te levantas, te miras al espejo, corres las cortinas esas tan horrorosas que compraste y te quedas mirando por la ventana mientras debates si el verdadero motivo de tu apatía tiene alguna mínima funcionalidad.

Uno se pasa media vida tratando de evadir, más enérgicamente o no, la desdicha en cualquiera de sus formas. 

Ciertamente, tuve mi época de ir por ahí con la firme convicción de darme a los demás sin miedo ni reservas. Pensaba: ¿acaso es posible vivir de otra manera? Lo contrario sería el recelo, la duda, sonreír de medio lado, siempre prevenida, siempre acojonada ante esa inminente amenaza de guerra que al fin y al cabo representa la mera existencia del otro.

Así que entonces destierras la precaución y el recelo, te deshaces de formalidades y pegajosos mecanismos de defensa y empiezas a saludar a desconocidos e inmediatamente les muestras una radiografía de tu alma y les dices: toma.

Al fin y al cabo, no hacerlo te parece un desprecio al universo. 

Pero entonces te quedas mirando por la ventana un día cualquiera y te invade la indiferencia.

Y ahí te quedas un rato. Mientras dilucidas si vestirte o quedarte desnuda allí, mientras seguro que algún vecino está mirándote sigilosamente sin que tu le des la más mínima importancia.

2021 ha sido el año de los años. Han pasado tantas cosas que si me centro mucho en ellas empieza a dolerme la cabeza y un poquito el corazón. A veces trataba de dormir más horas de las necesarias para no estar mucho despierta. Todo aquello sin mucho éxito, a decir verdad. Otras, las menos, me iba caminando por aquel río tan bonito que había al lado de casa para comprarme unas cervezas. La mayor parte de las veces ni me las bebía.

No sé cuantas veces más me voy a cambiar de país.

Cambiarse de país tiene, aparte de lo obvio, muchos más inconvenientes de los que la gente se imagina. Toda la burocracia yo siempre la he llevado fatal. Pero lo peor sin duda alguna ha sido sentirme enferma.

Enferma de vida, enferma de pasión, enferma de sueños.

También he pasado muchos días en el hospital, y no como enfermera.

Y viendo la cara y la cruz de la vida siempre empiezas a entender todo un poquito más.

También es bonito cerciorarse de que todo ser vivo busca incesantemente las mismas cosas. Mientras estás en esa habitación blanca con ese pijama de cuadros de hospital y te retumban las paredes en la cabeza. Y piensas... ''Si me muriera ésta misma tarde... ¿Cuánto tiempo tardaría la gente que quiero en reparar en ello?''

Y siempre pensaba que al menos un par de días, gracias a esa mala costumbre mía de no contestar tan a menudo como debería.

Llevo todo el año relativizando la vida con la muerte y supongo que así es más fácil vivir. 

Todo es temporal. 

La vida, la muerte, la nada, la alegría, aquel rato de borracheras tontas que guardas en los bolsillos de la memoria. Han pasado ya algunos años desde que empecé a apreciarlo todo de una manera distinta.

En fin, sólo quería pasarme por aquí, sigo sintiéndome afortunada de estar viva.

¿Vosotros cómo estáis?



 

Mi foto
My madness keeps me sane.