Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


domingo, 18 de septiembre de 2011

Son semanas oscuras, 
en las que no penetra la luz por ningún hueco. 

Puntos que no llegan a ninguna parte

Quizá es momento de buscar alternativas antiguas, que refresquen el aire. Quizá es momento de decisiones que cambiarán el rumbo de tu triste e inútil existencia. Quizá los detalles cambian demasiado rápido para tu gusto y los quieras echar a la papelera. No son buenos tiempos para los soñadores, y menos para los soñadores que cojean y se caen en los trancos de las salidas. Doloridos intentan colocarse frente al camino y elevar su alma con los temores que acechan, pero nunca lo consiguen y tienen que darse la vuelta y partir de nuevo. Partir hacia atrás. Las cosas no son como tú pretendes que sean, aunque lo intentes con todas tus fuerzas. Y al final te agotas, te cansas, te estremeces y decides que lo que sea que maneje el mundo se encargue de esas penurias que te corroen los pensamientos.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Hoy

A todas las personas que moldearon mis sueños de nube y les dieron forma,
a todas las personas que me animaron y me hicieron reír para olvidar los fantasmas,
a todos los encantos que existen en mi vida:
Gracias

Divagar sobre cuestiones sin respuesta como: 
¿Qué haría yo sin ellos?
y terminar yéndose a la cama
por colapso mental.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Los imposibles también existen

Bueno, hay días en los que quieres llorar y entonces resulta que únicamente te calma hacer eso. Y no hay más. No habrá más por hoy porque estás harta de voces, harta de problemas, harta de dolores estúpidos, harta de que te cueste levantarte y cansada enormemente de la misma historia que comienza a repetirse. Y a ti no te gusta que las cosas se repitan. De hecho, tú odias que las cosas se repitan porque los bucles jamás consiguen el progreso, ya sea mínimo o exuberante. Y ya no te quedan muchas esperanzas, porque parece que son inalcanzables. Y así porque así van apareciendo obstáculos frente a ti, y lo peor no es vencerlos, sino que vuelvan a aparecer los mismos. Y a ti te duelen todos los lamentos y todos sus desprecios. Y dejas de entenderlo cuando sólo puedes parar para respirar y continuar después lidiando con tus engorrosas lagrimas. Y sólo puedes pedir algo que no exista, algo que no te cargue los hombros y te arroje contra la realidad cada vez más fuerte. Es un duelo entre el destino y tú, y sabes, a ciencia cierta, que si eres capaz de aguantar este tirón, eres insuperable.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Llévame al baile

Aquí todo va de cuerdas. A mi me gusta expresarme con cuerdas. Cuerdas que andan en la cuerda floja, valga la redundancia. Cuerdas que se tensan, y pronto se romperán o que se destensarán y se olvidarán para siempre. Cuerdas tan robustas como un puente de acero. Cuerdas que, aunque no se note mucho, siempre están ahí para agarrarte si caes al vacío. Cuerdas que te aprisionan, cuerdas que se colocan encima de los árboles. Tú y yo sabemos de qué hablamos. Tú y yo siempre lo hemos sabido y jamás nos entenderá nadie mejor. Hay cosas que nunca cambian pase el tiempo que pase, aunque se escurra entre los dedos de las manijas del reloj y se mezcle con los aromas de las nuevas sensaciones, cosas que parece que durarán eternamente y que deseas que estén siempre ahí, sonriéndote con esa dote tan peculiar suya y de nadie más.

Puedo bajar el telón

A veces aparecen los fantasmas y te apresan con esa mirada de hace tantísimo tiempo. Y tú la aguantas y finalmente ganas: él la baja y se pierde en el aire. Me acuerdo de que me encantaban sus brazos, porque me sostenían cuando me caía y me hacían fuerte. Me acuerdo de ese peculiar olor suyo a fragancia y tabaco. Nunca pude olvidarme de aquel olor hasta que me partió en dos. E incluso después de ello buscaba por las esquinas ese mero desecho del pasado. Incluso intenté fumar para volver a tenerlo cerca. Pero nada de eso funcionó, porque esas cosas nunca funcionan y jamás lo harán. Me acuerdo de su risa y de sus payasadas, porque era un payaso. Me acuerdo de cómo me hacía reír y me acuerdo de algunos instantes tirados en la cama. Y de aquella habitación y de aquella frase que yo nunca olvidaré aunque tiempo después la quisiera borrar de todos los rincones en los que estuvo. También me acuerdo de que siempre llevaba las llaves en las manos y no podía parar quieto. Igual lo sigue haciendo, pero ya no me importa. Desapareció. Por eso se convirtió en un fantasma. Pero no era un fantasma de esos de ahora vestidos de blanco y de rojo, él es un fantasma que me encuentro a diario, y cuando le miro, después de tantos errores, sólo puedo alegrarme de esa sensación de felicidad que me invadió cuando, por fin, se largó y me dejó en paz.
Una canción que no volverá a sonar delante tuya ;)

¿No crees?

A mi me gustan las relaciones raras. O demasiado normales. Me gustan las relaciones sorpresa. Las que vienen sin avisar, las que danzan en tu cabeza y tú tienes que echar a patadas, las que están ahí pero no deberían estarlo, las que van y te sorprenden y al día siguiente te dicen que eres la cosa más rara que han conocido jamás. Odio la rutina, eso es algo que se ve a la legua, no me gustan los mismos días más de dos días seguidos, y tampoco soporto estar en casa cuando se puede estar fuera. Yo nunca pensé que me vería con alguien y sin embargo ahora una no es capaz de verse sola. Nos hacemos mayores, como diría una vieja amiga. Estamos ya chochas, se nos va la vida por el fregadero. . . ¡QUE COÑO! No podríamos ser más jóvenes y tener más ganas de comernos el mundo, y no podemos hacer más cosas porque se acaban los días y el cuerpo desfallece. Yo pienso vivir cada segundo como si fuera el último de mi existencia, y si me equivoco, si la cago como la que más, lo que seguramente haré, sólo volveré atrás si es verdad eso de que no lo dí todo en el mejor instante. Hemos venido aquí para ser felices, y los que no quieran, los que no deseen eso pueden irse a la cola del paro mientras los demás luchamos por un futuro mejor.
Por cierto, no me gustan las colonias ni los peluches pero me encanta el sonido de las cuerdas de tu ventana.
Hoy cumple años la vida, y eso, se tiene que celebrar

jueves, 8 de septiembre de 2011

Capítulos que no tocan melodías


Así que naces en la capital del mundo, y nunca puedes escapar, y es así porque es así como todo el mundo quiere que sea. Todo va de querer, aquí nadie necesita nada.Va de cuando te despiertas por la mañana y resulta que ya esta nevando, y hay mucha luz entre los edificios donde da el sol pero ya está oscuro donde da la sombra. Y todo va de querer. ¿Que quieres? Porque si no quieres algo no tienes nada.Vas a la deriva, eres arrastrado y enterrado bajo la nieve y las sombras.Y cuando en primavera la nieve se funda nadie recordará donde acabaste congelado y enterrado. Y ya no estarás en ningún lugar.

Destrozará mi corazón.
También se encargará del tuyo.


Entramados imposibles

Superfluo como las miradas cuando despegan desde los aviones. Yo pensé en equivocarme y mírame. Sí tú, mírame tú que tienes la culpa de todo esto y me incitas a suponer y a decirte que eres un sueño. Un sueño como tú, ¿no? Allí estás tú y aquí estoy yo. Patético. Imposible. Inviable. Esto de dejarme llevar se me escapa de las manos y me lleva a ti. A soñar contigo. A soñar que puedo y que definitivamente lo hago. Sin importarme nada ni nadie. Pero tú no sabes hacer eso, porque tú nunca has sido egoísta y hay que destrozar a demasiadas personas. Meros desechos que se amontonan en las esquinas. ¿Y tú que piensas de esto? ¿Qué esperas? Porque yo también te espero a ti. Creo que encontré hace algún tiempo la casualidad de mi vida, esa que he buscado debajo de las rocas cuando caminábamos. Y ya sabes, te creo inteligente para acertar cual es.

¿No podíamos ser agua?


A veces las personas crean adicción, como la droga. Aunque no quieras, quizá deflagración de tus propios intentos, obviamente fallidos. Esa sensación es un arma de doble filo, te hace vulnerable. Cuando tienes cerca aquello de lo que dependes te sientes pletórico, piensas que no hay nada más maravilloso que estar a su lado y ese parece ser el hecho por el que cada uno se levanta por la mañana. No obstante, cuando te falta, el síndrome de dependencia ataca, y entonces te das cuenta de tu lamentable estado, es como andar a oscuras, sin saber a dónde vas, perdida en la negrura, absorta en el miedo. No me gusta sentirme así. La solución sería no acercarte demasiado a nadie para no correr el riesgo de llegar a depender de esa persona. Sin embargo, bien es sabido que quien no arriesga no gana.

Tú qué, ¿te supones?

Estaba todo en orden. Es decir, en realidad nada se encontraba en orden pero tú ya te lo habías hecho creer. Muy fácil sino tienes las debilidades al alcance. Y así, lo mismo que la mediocridad (que no la paz) lo inundaba todo, igualmente se caen todas las piezas de aquellos puzzles que tardaste en construir. Postergar los segundos es algo complicado y siempre que converso contigo pareciera ser que se reducen las respuestas y se multiplican las preguntas. Ahora vienes tú aquí y me haces volver a dudar. Dudar las propias dudas. Además, se me mezclan los instantes, se me enredan las afirmaciones y se me complican los pensamientos. ¡Qué dilema se presenta ante nuestros ojos! Tan escuálido que probablemente engañara a unos y hará sufrir a otros. ¿Porqué me das alas si sabes que nunca podré volar? Sí, yo soy muy fina, no lo sería tanto sino estuviera interesada en entenderte a la perfección. Quizá de manera obsesiva, pero sólo sucumbe a ti cuando me dices que soy otra cosa, aparte de una 'no opción'. Y te sientas aquí y piensas en ello y te preguntas si existirá alguien más gilipollas que tú un kilometro a la redonda, porque parece que estas cosas sólo las pensaría un demente. Hoy soñé contigo y fue muy real. Demasiado. La culpabilidad tocaba mi piel y tus labios rozaron los míos. No hagas nunca eso. No me pongas contra la espada y la pared porque, a sabiendas de la historia, saldrás ganando tú.

martes, 6 de septiembre de 2011

Algo aquí, algo allá

Sólo recordamos lo que nunca sucedió.

Dos líneas

Todos tenemos miedos aunque lo bueno de esta vida es que casi nadie nos pregunta cuales son los nuestros. Los intuyen, los huelen, se encuentran con ellos un día en un aeropuerto, en medio de una calle oscura, al subir a un autobús en una ciudad desconocida...Y de repente se dan cuenta de que somos miedosos al volar, a la oscuridad, a que nos roben o a amar y entregar en el sexo parte de nosotros mismos.

Te sugiero la cama, ojos verdes.

Es una sensación extraña. Tienes ganas de vomitar pero no quieres hacerlo. Quizá quieras desechar todos los pensamientos amargos que divergen en tu mente cuando estás sola. Supones que mañana estarás mejor. Quizá es todo mental, pero aún así andas algo mareada. La música en tus oídos. Correr no te sienta bien, tú eres más de volar por las nubes. Cierras los ojos, la cabeza se va sola. Necesitas dormir. Algo te sentó terriblemente mal. Una replica suya, un reproche, una odiosa frase de anhelo. Tu estomago se revuelve. Y tú te sientes mal. Cuanto menos, angustioso.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Quizás seas tú, quizá sea yo

Me conformo con bailar
un rato con la felicidad
cantarle un blues, meterle mano
que me de un toque
empezar a asimilar lo raro que es todo si no estás
andar así no hay bicho humano que lo enfoque.

Un día me regaló una estrella.
Dice que yo soy el sol.
Sus abrazos son como las nubes.
Cuando las gotas de lluvia mojan mi piel, él sonríe.
No es un secreto, cada instante me tiene más perdida.
Lo quiero.
Él dice que a veces lo duda.
A mi me da igual.

Sonríeme :)

Le gustan los ojos verdes. También los azules. No soporta la lechuga, la zanahoria ni la ensaladilla, pero le encantan los buñuelos de chocolate que se compran en la feria. Ha visto muchísimas películas. No le gusta que se hable en mitad de ellas. Le pueden las hormonas. Le encantaría que me pudieran a mi. Le fascinan las cosas tristes pero bonitas. Ha hecho que me encanten a mi. Come mucho, no engorda nada. Un día me regaló una estrella. Dice que yo soy el sol. Tiende a no decir lo que piensa. Acaba liándola por ello montones de veces. Yo soy igual. Es pasional. Es perezoso. Lucha por lo que quiere, aunque quizá tarde demasiado en saber lo que realmente desea de verdad. ''Sangra todo lo que escribe''. Un día me dejó leer sus pensamientos. Me asegura que jamás lo volverá a hacer. Tiene un diploma de ancla. Le gustan los retos. Quiere ir a tres festivales distintos, pero son en la misma fecha. Tiene miedo del futuro, al igual que yo. Dice estar enamorado. Se llama Abraham.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Turquesa

Era tarde. Una noche cerrada y solitaria. Cerré la puerta y fui a tirar aquella bolsa al contenedor. Un aire seco y helado me golpeó en la cara. Me abroché la chaqueta. Me dispuse a volver a casa para cobijarme entre las mantas cuando la vi. Llovía. Las gotas se estampaban por todos los lados. Corría. Bajo la lluvia. Empapada. Crucé la calle y la detuve. Ella se volvió y me sonrió. Esa sonrisa tan dulce. De su cabello castaño descendían por cada uno de sus mechones gotas de agua que mojaban su piel. Acaricié su mejilla. Gélida. Sabía que no debía hacerlo pero aún así lo hice. La invité a un chocolate caliente en casa, hasta que amainara la tormenta. Yo también comenzaba a sentirme mojado, pese a la chaqueta. Lucía una camiseta de tirantes, supuse que debido al calor de aquella tarde. Su piel tiritaba, tenía el vello de punta y los labios morados. Ella rehusó varias veces mirándome con esos ojos turquesa. Yo insistí. Sonrió de nuevo. Pese al inusitado frío de esa noche, ella desprendía un calor singular. Cruzó los brazos intentando calentarse. Seguía lloviendo. Volvió a mirarme y a sonreír. Me quité la chaqueta y se la puse encima; un gesto de calidez recorrió su cara. Se apoyo en mi hombro. Entramos en casa y cerré la puerta. Fuimos a la cocina, cogí un cartón de leche y metí un vaso en el microondas. Ella me miraba, inocente, ávida de calor. La cogí de las manos; aún tiritaban. Se acercó, me miró y se apartó un mechón de la cara. Sonó un clic del aparato. Me dispuse a coger el vaso de allí pero no pude. Se abalanzó sobre mi cuello. Uno de los besos más dulces que yo jamás he podido sentir. Acto seguido me volvió a mirar. Esos ojos. Ese color. Esa magia. Brillaban. Quizá también lo hicieran los míos. Se acercó a mis labios. Los rozó. Y en ese momento me atrapó. Tiré la chaqueta al suelo y metí mi lengua en su boca. Nos dirigimos a mi cuarto. La tiré en mi cama. Ella se rió. Yo perdí el control, embriagado de sus besos, preso de su aroma, sediento de su piel. Me besó en la frente, en la nariz y en la boca, surcó cada uno de los rincones de mi cuerpo y embadurnó mi alma con esos besos de color azul. Y cuando asomó el sol por la ventana, idiota de mi, embobado en sus maneras, encadenado a su dulzura, pobre de osadía y virtud, la besé y la desperté.

Llevaba la falda tan corta que se le veían 
mis pensamientos...

No, mira, como tú no hay

No te preocupes si nos coge la mañana, 
y nos despierta entre violines y trompetas.
quizá fui musa de aquel fracasado poeta.
Yo me cabreo porque tú te ríes de mi
No me río de ti, me río de lo absurdo de la situación
Pues aún así, eso me cabrea muchísimo
Y entonces yo me voy
Sí, como siempre te vas y me dejas ahí
Me largo porque es mejor irse que comenzar a soltar todo lo que pienso
¿Y porqué no me lo dices?
Porque no es lo que pienso de verdad.
Bien, pues a partir de ahora abriremos el cajón de mierda xD


Se debería enmendar

Y dudar y comenzar a preguntarse el porqué y el porqué no. Y pensar y dilucidar entre tantísimos momentos vividos y aquellos que aún no llegaron. Es una misión complicada, que comienza por la pregunta de: ''¿Qué quieres tú?'' Y entonces se te abre un mundo de posibilidades mientras que él está ahí, creando siempre de la nada problemas que tan siquiera tienen un argumento sólido. Empezar a sentir que las cosas no van tan bien como parecía, que quizá nunca lo fueron, entablar una relación entre lo que sientes y lo que estás dispuesta a sentir. Nunca se intentará convencer a nadie de aquella afirmación que jamás vivió. Metáforas sin sentido, luces que poco a poco se apagan mientras tú te quedas ahí, inmóvil. Y de nuevo dudar y comenzar a preguntarse el porqué y el porqué no.
Bonitas son las frases que se dicen 
en el lecho del enfermo.
Mi foto
My madness keeps me sane.