Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


lunes, 31 de agosto de 2015

miércoles, 26 de agosto de 2015

La verdad es relativa; te la puedes creer o no.


Y aquí en este sitio tan raro siento que podré encontrarme a mi misma. Estaba muy asustada e incluso quería marcharme y volver pero... justo hay instantes que te enseñan el camino. -pequeños, casi minúsculos-

Chica de -casi- veintidós años que deja una vida atrás y emprende otra nueva en otro país -de taxis y cabinas rojas- y viaja llena de vivencias, lluvia en la mirada y unos ojos verdes que no caben en todo el firmamento -porque no caben-


Tengo delante un mural con fotos de colores y una caja de cereales y dios, no puedo sentirme mejor. ¿Sabéis esa sensación de comerte el mundo y que se te quede pequeño? Pues creo que experimentarla aquí es un paso adelante en todo el camino que queda por delante.
Y eso es bueno, supongo -nunca hay que afirmar ya que nunca se posee la verdad universal-

Con lo que yo he fingido ser. Qué tonta. Con todo lo que soy y darse cuenta una noche a las dos de la mañana en otro lugar del mundo. Qué tonta. Tengo la terrible sensación de estar viva. Y no sé, sólo decir que en la actualidad vives tú mismo. La vida parpadea y te rompe los planes.


Hace tiempo que dejé de preguntarme para qué sirve lo que estudio porque me gusta pensar que algún día seré feliz. Fijaos, una noche ordinaria con un turno de ocho horas mañana por la mañana y eso es todo. Feliz. Quizá la felicidad consiste en ser capaz de racionar un sueño que dure toda la vida.


A mi una vez, cuando tenía veintiuno, me partieron el corazón. Tuve suerte.

Todo lo demás ha sido vivir.

Siempre he dicho que todo llega y todo pasa. Y... ¡sorpresa¡, ¡es verdad!
Pocas cosas me quedan mejor en esta vida que la soberbia. Algo así como tener las cosas lo suficientemente claras y -además- poder ignorarlas. Qué impertinencia.

Ya veis,

con suerte,
cuando llegue a casa no estoy.









miércoles, 12 de agosto de 2015

Volar.


Sólo me quedan doce horas para coger el avión y lo único que puedo sentir es un innegable anhelo de cambio. Creo que somos un montón de malos finales y unos cuantos errores aún por cometer. Y qué feo todo eso.
Tan tranquila en el sofá y de repente me he dado cuenta de que la vida no siempre nos premia. Al final me voy a tener que creer eso de que no se puede confiar en nadie. Todas y cada una de las personas en las que he puesto mi fe alguna vez han acabado destruyéndome, y no es una cuestión muy teórica sino que duele a más no poder.
Me encuentro entre la nostalgia y la pared.
Parece que el mundo no es tan brillante como ayer y las calles ahí, atestadas de injusticias y maldad.
Es terrible encontrarle el sentido a todo. A medida que creces tienes que aprender a vivir con la hipocresía y la soledad. Además, el desconsuelo y la tristeza se hacen compañeros de viaje y entonces hay que reservar un sitio más a tu lado en el vagón.
Y tengo que superar esto de sentirme culpable por actuar tal y como soy. De verdad, qué pena tan grande que te decepcionen las personas que más quieres.
Cuando a la decepción se le pone nombre, y es precisamente el suyo, la herida pesa más. Lo trágico de rendirse con una persona es que ya no hay vuelta atrás. 
No sé, 
no existe vacuna para un adiós.






miércoles, 5 de agosto de 2015

Fin del daño.

Llevo mucho tiempo queriendo escribir(te) algo y no sé muy bien porqué he esperado hasta hoy.
Siempre he tenido que hacer más acopio de valor para pronunciar un ya no te quiero que para lo contrario. Y puede sonar terriblemente mal pero en el fondo es una liberación enorme.

Sí, debo ser yo. O eso, o tú has cambiado mucho en muy poco tiempo.

¿Y sabes lo mejor?

Me da absolutamente lo mismo.


A lo largo de todo este tiempo me he dado cuenta de todos los errores que cometí contigo, e igual que un día lejano te conté tantas y tantas historias creo que es hora de dejar de escribirte.


A veces entiendes lo que te dicen mucho tiempo después. Y entender todo de golpe es como una ráfaga enorme de aire que te llena los pulmones y oxigena cada poro de tu piel.

Siempre he sido de grandes palabras, de momentos brillantes y de calar en las personas tanto que duele.

La contrapartida viene cuando te tocan tanto a ti que te dejan ahí en medio de la nada. No sé muy bien cómo explicarlo. El eterno problema de que te falten unos y te sobren otros. He aprendido que nadie se marcha sin querer. Y las ventanas se abren de par en par y tú no sabes si tirarte al mar o nadar un rato.
No sé, empiezas a pensar en cosas imprescindibles y te quedas con un puñado de personas.

Y ahí dentro no estás tú.

Una pena.

Darte cuenta de la farsa que se puede crear entre dos personas con unas palabras bonitas y un café a media tarde. Y creo profundamente en esa gente que lo dice todo con una mirada, esa gente que grita silencios y que sonríe cuando la ocasión lo merece.

Pero a mí no me sirve. Y después de tanto tiempo me he dado cuenta de que nunca me ha servido.

Llegar al fondo de la cuestión para darse cuenta de que no hay nada. Toda esa predilección que tuve algún día por ti estuvo emborronada por un momento equivocado. Siempre hace frío a la sombra de alguien, es difícil de entender. Nadie me ha defraudado tanto como tú, tan increíble como veraz. 


Una palabra enredada en el pelo, un protocolo roto y la puta vida sonriendo ante un espejo. Estafada, defraudada, engañada y feliz. Así me has hecho sentirme siempre.

¿Y sabes qué?
No todo es que te quieran, no todo es que te cuiden, no todo es que te entiendan. Si cuando lo hacen no tiemblas por dentro, de poco sirve. Y puedes quedarte con esa vida, ya sabes lo que hablo. Y te aplaudo, yo nunca he sabido ser cobarde. Ninguna persona verdaderamente interesante se conforma con la realidad.

Lo bueno de escribir es que te vas desquitando de toda la mierda que tienes dentro y al final sólo te queda una pura y enorme bondad. Mi final alternativo es tan bueno que no necesito nada más. No des demasiadas explicaciones, ni siquiera a ti mismo. Debe ser triste hacer todo lo posible para que alguien te olvide. 


Y conseguirlo.

El respeto es lo único que hay que ganarse en la vida. El resto se puede conseguir robando, engañando o follando.

Y tú nunca has hecho ninguna bien. Nunca me has merecido. Escalofriante palabra.

Pero dejemos a un lado tanto sentimentalismo; ¿Quién no ha sido un hijo de puta alguna vez en su vida?

Desengáñate, si te creíste la mentira, es porque la necesitabas. No es por nada, pero se te ve la derrota en esa pizca de esperanza.

La vida te cambia todo menos los errores. Y lo infinito también se acaba, si no que se lo digan a mis ganas de tenerte.



Hazte así, que se te ven las carencias afectivas a kilómetros.




sábado, 1 de agosto de 2015

La vida pega fuerte y hay que estar preparado para todo (II)

Pienso que
a veces
la vida es muy puta.

He conocido a mucha gente en mi vida y podría jurar que todo el mundo, de una manera u otra, me ha defraudado.
Yo no me excluyo, por supuesto. Supongo que ante los ojos del mundo yo también he provocado esa sensación de decepción y rencor insoportable.
Y qué caos todo. 

Me acuerdo aún de aquellos tiempos en los que con oír su nombre tenía que sujetarme el corazón. Sin rencor y sin decepciones. Un corazón enorme, gozoso, lleno de alegría y vida, armado con fuego para derrocar el dolor, valiente, imparable, eterno. 
¿Qué queda ya de aquello?

Hay amores que es mejor terminarlos antes de que acaben contigo. Tal cual.

Y también he conocido muchos amores. Y sexo; sexo del bueno, del malo, del que se te eriza la piel con sólo imaginar que te tocan, de ese que termina y apenas sientes, de aquel que te estremece desde la cabeza a los pies y de ese que se hace refugiado en cariño y en amor.
El peor, sin duda, este último. El que más duele.

Con 17 años tuve un amigo que siempre decía: 'Lo bueno, duele.'
Lo repetía una y otra vez casi todos los días. Nunca quise hacerle mucho caso, más porque me tenía comiendo de la palma de su mano que otra cosa. Y casi me enamoré. Y me dolió, más de lo que hubiera pensado en aquel tiempo. 

Sí que es cierto que conforme van pasando los años las emociones se van transformando en algo más táctil e insípido. De aquel fuego que te ardía en el pecho sólo quedan las cenizas. Todo decae, se vuelve sólido, deja de volar.

Prácticamente todas historias que he tenido han acabado haciéndome trizas. Solía irme sola, andando y desolada por las calles para que algo en el aire tratara de calmarme. Y no. Al final nada te calma. No hay nada más triste. Porque hasta nunca es hasta nunca pero adiós es.... ¿hasta qué?

También he aprendido mucho de todo ello, claro está. Y pienso que sino ardes por alguien, si nada te sacude el alma o si apenas te toca el corazón una caricia vas mal, algo te detiene, vives a medias.

Es difícil. La vida pega fuerte y hay que estar preparado para todo.
Y lo más difícil de todo es escribir. Escribir que es como desgarrarte mientras suena algo en tu cabeza que te come poco a poco. Escribir que es como poder volar, pero sola, siempre increíble y terriblemente sola.


Casi siempre es tarde cuando comprendes que era a ti a quien deberías quererte. 
Y sin embargo, siempre que lo haces ese amor llega justo a tiempo.







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My madness keeps me sane.