Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


miércoles, 30 de noviembre de 2016

Hay una luz siempre cerca; trae la oportunidad.



Alguien me ha dicho hoy;
-y cito textualmente,
porque no sabría cómo expresarlo-

You are an ancient wandering spirit of freedom.

Y

de verdad,

yo
ya
no sé. 

Resultado de imagen de no hay peor que siempre tarde

Algo ha muerto en mi. 





Me siento libre.






martes, 29 de noviembre de 2016

*










Me duele aquí. ¿Me acaricias el pelo hasta quedarme dormida?







lunes, 28 de noviembre de 2016

Don't become who hurt you.

[...]

Nunca he tenido un diario al que, secretamente, confiar cada noche mis más íntimos y delicados sentimientos.

En lugar de eso, mi impulso natural ha sido el de exhibirlos como si importasen una mierda. Regalarlos antes del primer hola, analizarlos públicamente sin venir a cuento, colocarlos con mimo e insensatez sobre las manos del primero que pasa y decir: toma.

Te llevas cada chasco.

Madre mía: te pegan cada hostia en la puta cara.

Pero también creo que, cuando uno expresa impúdicamente lo que siente, tiene más opciones de relacionarse con gente que está igual o peor de la cabeza.

La personas que están fatal de la cabeza van y vienen, meten la pata a sabiendas, responden a un esquema moral propio y personalizado en el que nadie tiene la culpa de nada; te joden la vida con el fondo musical perfecto, transmiten enfermedades y dan besos muy bonitos.

No sé: con la gente que está fatal de la cabeza todo esto es mucho más sencillo.

[...]

J.M.C.







For the girls with messy hair and thirsty hearts.



Resultado de imagen de a woman in love is helpless



Little reminder,
You deserve the love you keep trying to give someone else.








domingo, 27 de noviembre de 2016

Eres lo que superas.


''Nos ha salido feminista.

No.

Os he salido de la jaula.''



Recuerdo esas palabras como si fueran una sentencia de muerte en un proceso penal por asesinato.
''Tu hija es agresiva.'', dijo a modo de pésame. 
Lo siento.
Podrías haber tenido una princesita, una maquilladora, una modelo de marcas caras. Pero tu hija es agresiva. Ya puedes llorar, no hay futuro. Todo es negro como su color favorito con sólo 11 años. Dios mío, qué desastre.
Tu hija quiere dar golpes, quiere boxear, gritar, correr, encontrar cosas buenas y cosas malas, quiere vivir sensaciones. Porque es impulsiva, en contra de lo que la sociedad quiere, y eso es espantoso.
Una niña terrible.
Una mala influencia.
Una mosca que va a la mierda y no tiene problema en reconocer que le gusta.
Con lo bonita que es, y mira, es agresiva, no van a invitarla a ninguna fiesta de cumpleaños.
Debería haberte salido del coño una señorita educada y recatada que asintiera y refrendera absolutamente todo lo que escuchara, que acatara la autoridad. Que fuera grácil y delicada.
La miró, respiró con los tests delante suya en el escritorio de madera de ébano y con cara de ''siento darte ésta noticia'' espetó; tu hija es agresiva.

Creo que en ese momento mi madre supo que la vida por fin le estaba dando las gracias.






Srta Bebi.





sábado, 26 de noviembre de 2016

Insane.




''Todo lo que hacía era rezar. 
Rezaba por las noches y por las mañanas. Rezaba cuando ocurría y luego comencé a hacerlo cuando no, porque ya era algo crónico; algo enfermizo como mis ojeras.

Así que rezaba, tan pequeña e inocente, pensando que algún día se arreglaría, que pararía ese infierno. No sé. Hasta establecía condiciones con Dios para ver si alguna le interesaba, como las ofertas de cualquier vendedor desesperado. Rezaba continuamente y siempre lo mismo. 
Hasta que un día dejé de hacerlo.

Ese día me acosté y cerré los ojos en silencio. Algo me dijo que no debía empezar; quizá la desesperanza de quien no observa ningún cambio; quizá la rebeldía de una cría que se cansa de ser una ilusa.

Recuerdo que pensé; deja de ser imbécil, tú no le importas a ningún Dios. Y eso fue todo. Cerré los ojos con fuerza y no sentí ninguna culpa. Entonces empecé a importarme a mí misma, consciente de que estaba sola y de que eso era muy triste. Y de que la vida era una batalla. Y de que nunca debía olvidar que una vez fui una niña que rezó mucho.
Y de que convertirme en alguien fuerte era el único milagro que la vida podía concederme. ''



Recuerdo aquella noche mejor que algunos años de mi vida.





lunes, 21 de noviembre de 2016

Aqui estou eu; contando os minutos para ouvir a sua voz.




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Te iba haciendo el amor, descolgando la luna.


Resultado de imagen de al menos asi lo veia ella al menos asi...se sentia el



No sé.

Te miraba.

Me acuerdo que te miraba como si nada en la vida tuviera sentido alguno sin esos ojos que me comían, postrados, fijados en mí, inmóviles mientras sentía la calidez de tu sonrisa, envolviéndome.

Te miraba. Y sólo podía quedarme inmersa en ese surco de esperanza.

Y trataba de descifrarte, de leerte. Siempre que te tenía enfrente, una curiosa e inagotable calidez entre tus manos y las mías, que entrelazadas se agarraban y no querían dejarse ir.

Algo tan turbio, tan nuestro.

Una expresión suprema de cualquier sentimiento comercializado. Un grito de auxilio y protección.

Aquello no era amor, era otra cosa.

Algo que iba tejiéndose desde otras vidas. Algo que parecía no conocer tiempo o distancia. Algo que estaba ahí, que no se iba, que se recomponía en mis entrañas y nacía una y otra vez alzándose más fuerte y candente cada amanecer.

No.

Aquello no era amor.  Era algo más.

Un vínculo invisible, indisoluble, volitivo. Un impulso primitivo hacia un otro escogido desde el alma. Un lazo que vincula pero no ata porque es libre.

Un vínculo de voluntad. Y cómo tal, que es radical, sin grados, sin poderse medir. 

Uno quiere o no quiere.

Incluso sin tener ninguna garantía, ninguna expectativa, pese a la alta probabilidad de que todo salga fatal y se convierta en una ristra de reproches, lágrimas y crisis de ansiedad. Uno sigue queriendo, si es que quiere. De una manera inhumana, armónica, casi irreal.

Por algún extraño y maravilloso impulso primitivo.

No sé.  
en resumidas cuentas;

Y de una forma distinta pero delicada, salvaje y sólo mía;

sin importar donde estés tú y donde esté yo;

te amo.

No sé;

Dejaría de escribir si supiese que con eso nada te volverá a doler.






lunes, 7 de noviembre de 2016

*




Hagamos de París un jodido infierno, mon amour.




[sólo necesitamos el beso de alguien que no quiera cambiarnos.]



Todo miedo oculta un deseo.



Once you truly experience a spiritual bond that transcends physicality, 
you will always consciously or unconsciously seek bonds 
that are able to pierce into the deepest layers of your soul, 
and anything less just feels so frivolous.









sábado, 5 de noviembre de 2016

El reloj es cruel, pero es sincero.









''La cosa comenzó de la siguiente manera: quedándonos sin palabras a la hora del café con tostadas. Nos mirábamos, nos sonreíamos, nos intuíamos. E incluso nos adelantábamos gentilmente a las necesidades del otro acercándonos el azúcar o aquel librito de papel, respectivamente.

Pero qué mierda: ya no había palabras.

Y si las había, si alguno de los dos se esforzaba por llenar aquel silencio, todo lo que salía de su boca tomaba el cariz de un comentario aleatorio sobre el tiempo.

Por ejemplo: yo te decía te amo.

Y tú esbozabas media sonrisa que completabas con esa manera tuya tan graciosa de apartarte el pelo.

O puede que fueses tú la que dijeras: te necesito.

Y yo te abrazaba. Pero no del todo. Quiero decir: te abrazaba mientras me preguntaba secretamente por qué no habías acudido tú a abrazarme.

O por qué habíamos tenido tantos problemas últimamente.

O tratando de recordar si aquella noche te había echado de menos en la cama .

No sé, esa clase de abrazo.

Supongo que, en definitiva, nos volvimos desconfiados. Intranquilos. Apresurados. Recordábamos aquellos días en los que simplemente nos entregábamos el uno al otro como si, de ese modo, nada malo pudiera pasarnos. Y de verdad que intentábamos con todas nuestras fuerzas volver a aquel estado iniciático, aquel tiempo en el que no teníamos que adivinarnos, sino que bastaba con preguntarnos; aquellas tardes de canciones, sexo y poesía en las que ni siquiera nos habían hecho falta las palabras.

Quién sabe; quizá aquello no volviera jamás.

Del resto ni siquiera merece la pena hablar: sólo quedó el despecho.

Todavía recuerdo cuando nos vimos por última vez. Fue extraño: tras tantos meses escondidos, por un instante, al fin pudimos sonreírnos y mirarnos de nuevo a los ojos.

Y casi, casi pudimos tocarnos. Y parecía que tú estabas a punto de decir algo. Y yo quería que lo dijeras para poder decirte algo también. Y el día era claro, hacía frío y se oían caer las hojas movidas por el viento.

Pero bueno: ambos nos recompusimos. Nos dimos la mano. Tú me colocaste el cuello de la camisa. Yo te acaricié el pelo. Y decidimos abandonarnos por conveniencia, madurez y nuestro respectivo miedo a que el otro hubiera dejado de querernos.

En serio os digo: creo que nunca he leído una historia más triste. ''

 [...]

J.M.C


Oh no, what's this?















martes, 1 de noviembre de 2016






- De verdad, no te ofendas, pero a veces... una se siente más libre de hablarle a un extraño que a la gente de toda la vida.
¿Porqué será?


- Probablemente porque un extraño nos ve como somos y no como quiere creer que somos.







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My madness keeps me sane.