Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


martes, 20 de diciembre de 2016




 Demasiadas curvas para mentes tan planas.












jueves, 15 de diciembre de 2016

Trascender.



Leí todos los libros que encontré buscando algo de verdad que me encendiera el alma. 
Algo que prendiera una llama, que avivara la carencia de sentido que tenía vivir en aquel momento.

Leí toda la filosofía que conocía, traté de entender de alguna manera aquella teoría de física cuántica que define el universo e incluso me acerqué a la Sociología derivada de los Dioses griegos. 
Una dimensión banal y absurda de la existencia.

Os lo juro, de verdad que lo intenté. 
En un empeño insalubre de distanciarme de la realidad que me rodeaba, atormentaba y acorralaba por las noches. 

Y como aquello no funcionó, carente de razón e interés, simplemente empecé a beber. 

No porque me apeteciera, no porque encontrara algún sentido o placer en ello. Ni siquiera por mera lógica. Supongo que hubo un momento en el que me di cuenta de que todo aquello me anulaba completamente y no me permitía pensar.

De lo que poco que recuerdo, me recorrí todas las noches y las mañanas, me olvidé de las clases, de aquellos libros que no servían para nada, de la vida en general. 

Y entonces sucedió. Un ápice de gozo y deleite. Una especie de gusto, de satisfacción. Complacencia, agrado, entusiasmo, incluso amenidad.
La crudeza moral que me daba regocijarme en la emoción de no sentir absolutamente nada.

No obstante, aquello no duró. 
Coincidir con uno mismo es tan difícil. Relativizar la situación. No funcionó.

Y entonces me encargué de dar con gente que buscara sólo noches sin nombre.
Me desperté en otras camas, en otros sitios, en otras partes. Me ocupé de tener a alguien distinto cada noche; alguien que no supiera quién era, alguien que no me preguntara, que no indagara, alguien a quién le importara una mierda mi nombre, mis ideas y mis traumas.

Pero tampoco sirvió. 

Resultó que aquello no me complacía en absoluto.

Y entonces desistí. 
Sin más; cansada, harta, exhausta. 
Comprendí que la realidad era más dura y prosaica que todo aquello. Supuse que el único camino posible era convertirme en algo muy parecido a lo que siempre había soñado ser. Desaprender lo impuesto, recordar todo aquello a lo que una vez renuncié, limpiarle el polvo, tratar de existir de tal forma que, si me hubiera contemplado aquella niña lejana que un día fui, hubiera podido sentirse orgullosa. Ser yo misma, justamente, significara lo que fuera esa puta mierda.

Y ya está.

Aquella etapa respondió a mi íntima y legítima necesidad de saber qué hago en el mundo y porqué soy cómo soy.

Posteriormente, me di cuenta de que nadie sabe realmente qué cojones pensar respecto a nada en ningún momento de su vida.

Y fue un alivio, por fin.

Cuestionar las certezas, mirar adentro, tratar de aprender del amor y el dolor.

No os quiero alarmar, pero después de todo aquello, y cuando resulta que al fin te encuentras a ti mismo, el cuento es aún más desalentador. 

Pese a ello, aprendí; No te rindas sin dar pelea.








domingo, 11 de diciembre de 2016

La insuperable elegancia de la verdadera bondad.





Aquel día me encontré con un muchacho que andaba regalando poemas en mitad de la ciudad.

El cielo se deshacía poco a poco y tras un rincón cualquiera en mitad de cualquier punto de cualquier lugar del mundo, lo vi.

No dejaba de llover y él no dejaba de sonreír.

''You deserve much more.''
- me soltó, antes de desaparecer entre las luces de aquella inmensidad-

Ni siquiera tuve tiempo de preguntarle cómo se llamaba.






Creo que fue una de las cosas más bonitas que jamás me han pasado en toda mi vida.





''The moment that you start to wonder if you deserve better, you do.''





viernes, 9 de diciembre de 2016

No hay distancia para quien sabe leer.




Me estoy dando cuenta de que contemplo mi vida desde la angustia de la madurez
 y pienso: Dios mío, qué más podría pasar. 

No sé, 
siento escalofríos.





En realidad a mí me gustaría que todo fuera siempre así.














Tocar el corazón sin tocar la piel.



All I ever wanted was you
I'll never get to heaven
Because I don't know how

-without you-

Te amaba por las noches y el mundo dejaba de tener sentido.

Te amaba.

Y necesitaba tus ojos, tus manos, tu boca.

Gritando, alto, claro, transparente.

Te amaba, y se me llenaban los pulmones de aire como una brisa suave en el amanecer. Respiraba porque podía abrazarte al despertar; porque en cada paso que daba tenía tu fuerza sujetándome.

De una forma devastadora e hiriente que me atizaba el alma cuando te sentía lejos.

No sé si lo entendéis. 

Creo que cuando uno ama a alguien, también siente, en gran medida, un escalofrío de completud, una brisa de benevolencia, la sospecha de que tu alma es ahora la más perfecta de entre todas las almas del universo.

Podría ser concisa;

tú y yo separados
estamos mucho más cerca
que otros muchos estando juntos.








lunes, 5 de diciembre de 2016

Lo bello duele.







´´
No sé hasta qué punto nos damos cuenta de que todo puede ser dicho. Es más: que todo debería ser dicho, prescindiendo del decoro y las ordenanzas municipales, las convicciones y esos inexpugnables muros que levantamos frente al otro a modo de mecanismos defensivos.

Pues yo digo: que le follen a los muros de piedra. Que le follen a las cartas pastorales. Todo, absolutamente todo debería ser dicho hasta que, un buen día, quizá nos encojamos de hombros y, mirándonos de reojo, nos demos cuenta de que ya no queda nada más por decir.

´´





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My madness keeps me sane.