Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


martes, 13 de noviembre de 2012

Entre mi café y tu cuento.

Qué estarás haciendo hoy.
Dime sólo que estas bien.
Esos viajes que se describen por doquier en todos los escaparates de las tiendas. Mundos distintos. Yo sólo puedo decir que a mi me han cambiado la vida. Cada lugar y cada uno de sus rincones se han fundido en mi mente y me han hecho abrir los ojos. Cuando vagas por las calles te das cuenta de lo que pequeño y frívolo que es el hombre. Jamás podría haber imaginado cuanto daño hace un simple gesto. Unas simples letras. Un simple paseo por las calles de Granada. Esa noche quizá fuera la peor de mi vida. Nunca antes me había roto de la misma forma. Así de profundo, así debajo de las sabanas deshaciéndome suavemente, así de cruel. ¿Y todo para qué? Quise contarte la historia más bonita del mundo, pero tú que te empeñas en dibujar otras cosas. Pesadillas, por ejemplo, que te divierten más. Creo que se ha roto la cadena que ataba el reloj a las horas. Por todos esos momentos en los que venías por detrás y me abrazabas. Por esos momentos que se quedan detrás. Nada de nada; eso nos queda. A esta noche le faltan dos velas que iluminen la cama de la que un día te fuiste. Esta noche me sabe a cenizas. Esta noche no quiere te quieros. He aprendido que esos pequeños detalles no siempre valen. Quise apoderarme de tu energía. Cada instante que yo he pasado alrededor de alguien especial se ha convertido en una foto que por las noches vela mis sueños. Lo que más me fascinó de aquella cama y de aquella historia fueron tus ojos que me miraban como si se comieran el aire que flotaba entre los dos. Y sigue habiendo aire, pero ya no están esos ojos que devoran el mundo. Lo único que me quedan son esas noches que me atizan. Y yo ya no tengo más cartas para jugar. Se acabaron. 

Ser pequeñita a veces no me gusta tanto. Te pisan todo el rato.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mi foto
My madness keeps me sane.