Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


jueves, 18 de agosto de 2016

En realidad es sencillo: el tiempo lo destruye todo.


Notar la falta de alguien o algo. ó .Tener sentimiento y pena por la falta de alguien o algo.


No, ahora en serio. Nos faltan tantas cosas. ''Es como que la vida es una enorme carencia y todo nuestro desempeño consiste en suplirla desesperadamente con algo.''




Olía a tierra mojada y el viento trataba de derribar los árboles. Hacía frío en la calle, me había puesto las medias rotas y estaba cansada de andar.
Aquella noche estaba sentada en cualquier calle del mundo y de repente él vino a sentarse a mi lado.

''He conocido a poca gente como tú;  -me espetó-
eres demasiado intensa para la vida, cariño. 
Deja de sufrir por ello.''

Me quedé fría un instante. Me miró las manos, me tocó las mejillas y me preguntó porqué me gustaba el piano. Se me encogió el corazón. No supe qué contestar y el silencio lo invadió todo. 

Qué solos estamos, pensé.

Cuando la vida me come, a ratos y muy despacito, aún me acuerdo de todas las veces que alguien me ha erizado la piel. Creo que lo más bonito de la casualidad es que nadie puede arrebatártela. Opino lo mismo -también- de esforzarse por conseguir algo a medida que nos morimos.

Puede ser que, en efecto, todo se materialice en la repugnante y asombrosa idea de que un día todos nos vamos a morir.

Así, sin más.
En el fondo todo es así. Caerte una y otra vez por el mismo camino empedrado. 

Evitando las lecciones de moralidad -que profundamente odio- la vida nunca deja de ser una cosa rarísima.

Y no sé, me gustaba más cuando me podía esconder si las cosas iban mal. 
Pero no. 
Creo que nunca sabré si mi acierto se encuentra en lo que digo o en lo que no.
Y bien. Existe cierto culto absurdo a las ausencias.

Incoherente, necio, inconsecuente.


La principal causa de desilusión es la expectativa. 

Ya lo sé, lo que peor llevo del tiempo es que al final me da la razón.

Después de aquello me abrazó. Se levantó, me dio un beso en la frente y desapareció entre las sombras de aquella noche helada. Ni siquiera me dijo como se llamaba. No pude controlarlo; me tapé la cara con las manos y rompí a llorar.

Digamos que, a veces, la vida viene de tal manera que uno empieza a comprenderlo todo de golpe.







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My madness keeps me sane.