Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


lunes, 19 de septiembre de 2016

Vivir como si nada, como si nadie, como si nunca.


Al principio no podíamos separarnos tres míseros días. Apenas dos. Esa amapola que me cogiste del campo. Quedarme quieta ésta vez me cuesta tanto... . Vuelvo a respirar profundo. Y guardar en algún sitio todas esas cosas que forman parte de mi. O que me formaron. Ya no importa mucho, la verdad. Dieta de semanas de horas de tiempo que pasa, pero no pasa, que llega y se va, que se queda, que se endurece y tiene pretensiones de eternidad aún esperando su momento.


Otra vez la vida me ha sacado bailar. Pero vaya escenario más insólito. Apenas hay luz o flores. Soy una musa haciendo de piano que cicatriza heridas. Ahogándose. En el centro del huracán. Abierto de par en par dentro de mi mente.


Y éstas ganas de no vivir, donde dejarlas. Éstas ganas de incertidumbre. Éstas ganas de volver a no poder separarse en tres miserables días.

Fue fácil echarte de menos cuando no te conocía. Pero no. No te conocía. Se puede. Llenar los siete mares de valientes y nunca llegaría a parecerse ni un cuarto al valor que tú sostienes. Se puede. Robar todos los lujos del que tiene... y nunca llegaría a parecerse ni un cuarto a la riqueza que tú tienes.

Ve. A desconocer un poco más las agujas del tiempo que a saber si llega. Tus dedos rozando mi pelo. Suave, lento. Lo roza y lo baja. Despacio. Como si fuera un camino. Solías quedarte entre mi pelo. Y yo desmayada. De amor y de mentiras. Descalza. Desnudos. En la cama de los buenos momentos. Haciéndote cosquillas. Haciéndote llorar. De amor y de mentira. Y así pasar las horas despierta. No dormida sino despierta. Y apenas pesadillas. Morir lentamente... pero sonreír. Cosas que pasan;

De eso trata la vida cuando la sientes. Y ya nada. Nada de ti. Nada de mi. Nada de nada. Silencio. Paredes. Transeúntes del mundo sin más. Que el deseo se extirpa. Y cabe dolor. Y hay tormentas. Y los barcos naufragan. Y en las grandes alturas se pueden callar tantos tormentos y desastres. Y todas esas gotas que abrasan las lagrimas. Como si las alturas dieran el privilegio de llorar sin miedo, de gritar sin miedo, de sentir sin temor.

(la música más bonita del mundo está siendo arrojada por una alcantarilla que sueña con ser un techo o una nube o una ciudad)




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My madness keeps me sane.