Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


miércoles, 26 de febrero de 2020

Nivel de autoexigencia; la luna.


La Real Academia Española de la lengua define la palabra imposible como algo que no tiene facultad ni medios para ser... o suceder.
Y define la palabra improbable como algo inverosímil, que no se funda en una razón prudente.

Puestos a escoger, a mi me gusta más la improbabilidad, que la imposibilidad.
Como a todo el mundo supongo.

La improbabilidad duele menos.
Y deja un resquicio a la esperanza

y a la ética.

Que David ganara a Goliat... era improbable, pero sucedió.
Un afroamericano habitando la Casa Blanca era improbable... pero sucedió.
Que los Barón Rojo volvieran a tocar juntos era improbable... pero también sucedió.
Nadal desbancando del número uno a Federer. Una periodista convertida en princesa. El doce-uno contra Malta. El amor... las relaciones, los sentimientos... nada se funda en una razón prudente.

Por eso no me gusta hablar de amores imposibles.... sino de amores improbables.
Porque lo improbable es... -por definición- probable.
Lo que es casi seguro que no pase... podría pasar.

Mientras haya una posibilidad, media posibilidad entre mil millones de que ocurra, creo que vale la pena intentarlo.




TU / SUAVE / CARICIA / ESTREMECE / MI / PIEL

ESTREMECE / MI / CARICIA / TU / SUAVE / PIEL

SUAVE / TU / PIEL / ESTREMECE / MI / CARICIA







Y en sueños confunde la muerte, la vida: recuerda y olvida,
suspira, suplica, 

respira con hórrido afán.





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My madness keeps me sane.