Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


viernes, 21 de enero de 2022

U.

Hay personas que no se van.

Aunque no estén.

Aunque jamás vuelvan.

Aunque parezca que el universo ha decidido explotar en mil pedazos y todo lo vivido aparezca como en un recuerdo de esos fantasmagóricos atizándote en cada rincón.

Hay personas que, simplemente, habitan en ti.

Vivirán ahí, contigo, toda la vida.

Cada segundo de cada hora que pase.

Como todos, seguimos esperando. Anhelando ese cambio. Esa ínfima posibilidad de que suceda algo inesperado y cambie por completo toda nuestra jodida existencia. 

Una persona, un contrato indefinido, un poema que en el fondo es una bazofia pero a ti te hace llorar.

Da igual.

Vivir es esperar a esas personas.

A veces sentimos que el tiempo corre y nos desesperamos porque la película de nuestra vida no avanza.

Es como estar atrapado entre lo que eres y lo que crees que deberías ser.

Últimamente he estado pensando en lo largos que son en realidad los procesos vitales que definen y cambian toda nuestra vida: las pérdidas, los cambios, las transformaciones.

Uno piensa que es como en el cine, donde cambian la música de golpe y al segundo entra de repente otra escena que lo inunda todo.

Pero no;

cada mierda dura años.



Uno nunca sabe lo que le espera.






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My madness keeps me sane.