Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


miércoles, 28 de enero de 2015

Morir no es tan fácil como parece.

Es como un chispazo en el cerebro. Una conexión neuronal que en cualquier minuto del día hace que empieces a llorar delante de cualquier espejo.
Y te miras y has dejado de reconocerte. No sabes donde estás.

Y no, a veces no se encuentra consuelo en nada.
El dolor, la confusión y la impotencia se hacen tan inabarcables que en verdad crees que estás como ausente porque ninguna palabra del mundo exterior te toca.
Como una bruma que te nubla y no te deja ver absolutamente nada. Como una venda, y tú vas vagando por la Tierra en busca de algo que te alivie. Y piensas en todas las drogas del mundo pero te das cuenta de que todas las drogas del mundo no cambiarán la realidad de que tu vida es un sueño y estás empezando a despertar.

Y despertar duele.
Como si te estuvieran desatando de algún mástil y empezaran a dejarte caer al vacío. A un vacío oscuro e inabarcable en el que no ves ni siquiera el fondo y en el que ni sabes cuánto vas a hundirte.
Y sólo rezas por aguantar toda esa travesía mientras tratas de nadar hacia afuera, sin más respuestas.

Y cuando parece que las cosas no pueden ir peor, te encuentras en una habitación completamente sola.
Sola, aislada de todo lo malo que está sucediendo a tu alrededor y que te afecta. 
Y te vienen a la cabeza miles de cosas como; qué has hecho para merecer todo lo que está pasando, si tal vez ha sido culpa tuya, si en realidad es mejor olvidarse de todo y empezar de nuevo... 
Y a todo esto, yo me pregunto ¿donde estoy?
Me necesito.

No sé, definitivamente lo dejo. Lo dejo todo.

No quiero saber nada del mundo ni de nadie.
Tiro la toalla, ya no aguanto más.
Estoy cansada de tantas mentiras.
Quizás estaba equivocada. Quizás no eras como yo creía que eras. Quizá ni siquiera yo podía verme de verdad. Quizás me hiciste creer algo que no era... 

La cuestión es que al final todos nos alejamos, 
doblamos una esquina, somos olvidados con demasiada facilidad.

No sé,
Me gustabas más cuando no dolías.



Tú cuando tienes que mentirle al miedo... ¿Qué le dices?




.










No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mi foto
My madness keeps me sane.