Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


sábado, 19 de marzo de 2011

Bailemos



En mitad de aquel cúmulo de disfraces extraños y muchos conjuntos provocadores se encontraba un tipo peculiar, vestido con traje y capa negra, ocultando su rostro con un antifaz. 
-¿Me concede este baile, señorita? -preguntó-
-Ni soy ninguna señorita ni le concedo este baile.
-¿Acaso es usted, bella dama, una mujer casada?
-Claro que no, pero señorita es un término que designa fragilidad.
-Para nada, únicamente trataba de ser un caballero.
-Usted no es un caballero.
-¿Y cómo es que lo asegura con tanta veracidad?
-¿Cuantos años tiene?
-Eso carece de importancia para formular mi petición ¿Acaso usted pregunta a sus pretendientes cual es su edad si le invitan a bailar?
-Ni tengo pretendientes ni me invitan a bailar.
-Deduzco pues, es usted una persona agria e insociable.
Ella se levantó y comenzó a alejarse de él.
-Acepte mis disculpas -dijo cuando logró alcanzarla y detenerla unos segundos- No debí calumniarla de ese modo, entiendo su disgusto y me retiraré inmediatamente instándola a olvidar este desagradable suceso.
Ella lo miró. 
-¿De qué vas vestido?
Él sonrió y tocó sus labios.
-No voy vestido de nada.
Ella frunció el ceño y continuó preguntando.
-Esto es una fiesta de disfraces, la gente las utiliza para enseñar sus... -titubeó- encantos -afirmó- estos eventos han perdido su esencia, ¿Cómo es que... 
-Sin embargo -continuó aquel tipo sin dejarla terminar- usted está hermosa y no muestra ninguno de sus, permítame el atrevimiento, fabulosos encantos.
-Yo no soy ninguna fulana.
-¿Porqué cree que le pedí un baile?

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My madness keeps me sane.