Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


lunes, 29 de febrero de 2016

Madura tú, a mi me duele.

Lo más difícil de todo es volver a comenzar. Volver a trazar las líneas de lo que -debiera- empezar a ser tu vida a partir de este mismo y efímero instante.
Tal y como se sabe y se dice -generalmente- los comienzos son lo más difícil. Salir de ese agujero en el que quizá lleves siglos, oscuro y sombrío pero tan cómodo, colocarte una chaqueta llena de polvo, recuerdos y resquemor, y emprender a caminar en un lugar que no conoces y que no sabes si te da más alergia o pavor.

Así es la vida, supongo. Cada cual tiene su propio universo. En su propio lugar.
Desde pequeña, cuando aún ni sabía leer o escribir, mi padre me contó que subida a una silla derramé toda una copa de Baileys que estaba bebiendo.
Me lo advirtió más de una vez -me dice siempre- ''y lo sabías muy bien'' -me recalca-. Cada persona en el mundo tiene su propio propósito en la vida. El mío, en aquel momento, fue ese.

Por eso emprendemos caminos que no conocemos y nos arriesgamos hasta acabar exhaustos. Buscando algo. Lo malo de todo ello es que no siempre se encuentra, y entonces -me temo-hay que volver a empezar. ¿Y cómo se empieza cuando ya te has caído tantas veces?

He estado en Canarias cinco días y lo mínimo que puedo decir es: oh dios, cómo adoro la playa. 
Quizá mi cometido en la vida sea ese, ¿no creéis? Cuando algo externo te provoca tal plenitud interna que te deja anestesiada días ha de ser un objetivo claro -pienso-
Vivir en la playa y vivir del sol, como plan futuro -y muy objetivo, por cierto- para llevar a cabo de la mano de mi próxima y plena futura vida.
Qué divinidad.

No, ahora en serio. Nos faltan tantas cosas. ''Es como que la vida es una enorme carencia y todo nuestro desempeño consiste en suplirla desesperadamente con algo.''
¿Porqué siguen doliendo tantas cosas del pasado y no me dejan respirar?
Ya veis, no sé volver a empezar.
Contestadme, por favor.







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My madness keeps me sane.