Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


viernes, 1 de julio de 2016

Se le subió el volumen a lo que siento por ti.



En aquel sueño caminaba por un prado verde mientras el sol me acariciaba la piel. Y parecía no haber nadie a kilómetros, los pájaros cantaban y una lenta brisa movía suavemente las ramas de todos los árboles que me rodeaban. Divisaba también un pequeño lago a lo lejos, se oían ruidos de ardillas o animalitos moviéndose por el bosque... a ratos el sol iba cayendo y sentía la frescura de la hierba bajo mis pies.
Y de repente todo se apagó.
Algo se tragó aquel paraje, silenció todos los ruidos y apartó la brisa y el sol de mi piel.
Vaya desconsuelo.
Apenas tardé tres segundos en percatarme de que algo me rodeaba fuertemente y me atraía hacía si mismo.
Y entonces abrí los ojos.

Ni siquiera sé si te lo dije, pero aquel paraje inmenso me despertó una alegría singular.
Sentí como tus brazos me envolvían entera y como tu cuerpo pegado al mío no me dejaba casi ni respirar. Y me sacaste de allí, de aquel sitio tan bonito, para devolverme por sorpresa a la realidad. Y entonces la realidad me fascinó tanto que no pude dejar de mirarte durante al menos unos minutos.
Ya no estaba en aquel prado, no oía pájaros, no veía aquel lago... y sin embargo, mi corazón empezó a latir más fuerte y mi piel se estremeció.
Sentí como cada músculo de mi cuerpo se relajaba y se dejaba llevar por tus manos, que me agarraban fuerte como sino me quisieran soltar jamás.

Y entonces de repente todo cobró luz.
Había cierta calidez en el ambiente, mi piel sólo podía sentir como tu respiración iba y venía y entonces una sensación extraña me invadió. Recuerdo que sonreíste, te reíste y luego me besaste. Y joder... era como si estuviera experimentando la felicidad en su estado más primario. Aquel sueño que me fascinó se quedo hecho cenizas al descubrir la inmensa realidad que se abría ante mi.

Fue una especie de sensación de plenitud y paz que hacía mil años que no experimentaba. Tenerte allí, pegado a mí, piel con piel sin que se escapara el aire, tu sonrisa, esos ojos, tus manos ... fue una especie de bienestar o felicidad suprema que me sorprendió tanto que no pude articular palabra hasta minutos después.
Algo así como que la realidad era mucho más exacta que los sueños. Algo como que la vida que vivía merecía más la pena que soñar por las noches.
Algo como tenerme enredada a ti sin tregua alguna hasta que el Sol se extinguiera o se apagaran las estrellas.

Y en fin,
te quiero,
joder.





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My madness keeps me sane.