Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


sábado, 5 de diciembre de 2015

Don't become who hurt you.

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Nunca he tenido un diario al que, secretamente, confiar cada noche mis más íntimos y delicados sentimientos.

En lugar de eso, mi impulso natural ha sido el de exhibirlos como si importasen una mierda. Regalarlos antes del primer hola, analizarlos públicamente sin venir a cuento, colocarlos con mimo e insensatez sobre las manos del primero que pasa y decir: toma.

Te llevas cada chasco.

Madre mía: te pegan cada hostia en la puta cara.

Pero también creo que, cuando uno expresa impúdicamente lo que siente, tiene más opciones de relacionarse con gente que está igual o peor de la cabeza.

La personas que están fatal de la cabeza van y vienen, meten la pata a sabiendas, responden a un esquema moral propio y personalizado en el que nadie tiene la culpa de nada; te joden la vida con el fondo musical perfecto, transmiten enfermedades y dan besos muy bonitos.

No sé: con la gente que está fatal de la cabeza todo esto es mucho más sencillo.
[...]

Jose M.Campos.





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My madness keeps me sane.