Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


sábado, 2 de enero de 2016

Y entonces, 2016.


A diferencia de otros años, ésta nueva entrada de año ha sido tan fascinante que no podría describirla con palabras. Alegría, desenfreno, tristeza, ira, amor, calidez de las personas, pasión.
Nunca había experimentado algo tan distinto y a la vez tan real.
De esos sueños que tienes que nunca se han cumplido y no abarcas siquiera a imaginarlos.
Tan exacto como eso.

Dicen que eres cada una de las personas que has sido y también las que has imaginado que ibas a ser. Cada una de las que nunca fuiste y cada una de esas que deseabas fervorosamente ser y ahora agradeces no haber sido.

Eso has sacado tú de mi. La inquebrantable necesidad de buscarme e investigarme hasta acabar exhausta. Cada mañana despiertas creyendo que eres la misma persona pero es totalmente irreal. ¿Cuántas historias le caben a alguien en el corazón?

De verdad, escribo tan mal porque no podría explicar todo lo que me ha inundado el corazón estos días. Porque no me salen las letras, porque las frases no tienen ningún sentido. Porque hay sensaciones inexplicables e inherentes a la racionalidad humana. Porque la paz que llevo dentro en este instante no la puedo describir. Una paz tremenda y absoluta que se me agarra al pecho y no me deja más que sonreír. Un corazón puro e inocente que busca a las personas y se deja querer y es capaz de ofrecer más de lo que tiene.

Eso has sacado tú de mi. Y no sé, creo que nunca va a existir nada mejor que abrazar a una persona después de haberla extrañado tanto.
Qué mágico todo y qué mal se me da escribir hoy.

Feliz 2016, mundo.

Feliz año nuevo, corazón.








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My madness keeps me sane.