Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


lunes, 28 de marzo de 2016

Dime que es verdad que te quedas a bailar.




Hace siete u ocho años, cuando aún era una cría y mi imaginación no tenía límites, recuerdo que te miraba en silencio y sentía muy dentro que el mundo se quedaba pequeñito a tu lado. Como la Tierra frente al Sol o a todas las estrellas de la galaxia, como esa bola de cristal enana y frágil que se hace cenizas al impactar contra el suelo.

Ya decía Mr Nobody que no se puede volver atrás.
“Si mezclas el puré de patata con el tomate verás que ya es para siempre, no puedes volver a separarlos. El humo que sale del cigarro de papá nunca vuelve a entrar. No podemos volver atrás. Por eso es difícil elegir. Tienes que tomar la elección correcta. Mientras no escojas, todo es una posibilidad”.

Quizá la vida es más que una sucesión de normas, más que una correlación de momentos en el tiempo, más que todas las verdades universales... ¿y si la vida es simplemente todo lo que yo quiero que sea?

Dentro de dos semanas quería ir a verte. No sé si por la ciudad o por ti, te soy franca.
Pero hubo un momento en el que decidí dejar de pensarte -con la vaga e inútil idea de que eso se puede hacer a voluntad, qué ilusa- y no sé, aún ese sentimiento de terror que me paraliza.

Lo mejor de todo es que siento que esto es una forma de respirar más fuerte. Y entonces respiro. Despacito, como si el oxígeno del universo se escapara a mi alrededor.
No sé cómo explicarlo,
un sentimiento inacabado,
como si flotara,
no sé.
de verdad
pensar en ti me desata por dentro.




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My madness keeps me sane.