Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


viernes, 8 de abril de 2016

Quién no arriesga no ama.





Mil por hora en un corazón del que no atisbaba recuerdo alguno. El mío. Ya no sé si por agotamiento o por dolor. Y allí estabas tú. Así de guapo en una estación pérdida en mitad de algún punto de Europa.
Me abrazaste y ya. Esa sonrisa en la que pensaba alumbrando la ciudad entera. Hacía hasta una agradable temperatura en el exterior.
A mi me daba igual, ya iba a doscientos por hora en cuanto salí de Londres.
Creo que se me ha olvidado hasta escribir.

El mejor reencuentro de mi vida no podía ser con alguien que no fueras tú.
No sé.

Esa cerveza rosa y aquel abrazo que me diste que querías traspasarme el alma.

Sin medias palabras.
Sólo con mirarte.
Me encantas.

Creo que a veces la vida sólo merece la pena por todas esas cosas que no tienen sentido. Y ya, lo sé, pero dejadme que os cuente algo.
No os podéis imaginar la sonrisa tan hermosa que tienen las cosas sin sentido.

Y sí, llevo un rato pasando canciones y ni siquiera sé qué me pide el cuerpo. Hace dos noches estaba en tu cama y parece que todo tenía o carecía de un sentido especial.
Me apeteces tú. -en sentido figurado y en el literal y en cualquier sentido que pueda existir-

¿Este sentimiento extraño qué coño es?

¿Y porqué no se va? 










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My madness keeps me sane.