Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


domingo, 8 de mayo de 2016

Voy a solucionar tu mundo a besos, abre.


Te vi en aquella estación. Esa mirada y tus brazos abiertos para atraparme y fundirme en ti -al menos- hasta el día en el que me vaya del mundo.
En aquel instante sentí que la vida dejaba de tener un sentido lógico cuando estabas cerca. Conoces bien cada guerra, cada herida, cada parte de mi ser. Y llámame loca, pero jamás cambiaría la forma que tienes de hacerme temblar.
Nada, cada segundo a tu vera como el mejor cuento de críos que se puede contar.
Qué locura.

Quizá hará cuatro o cinco años que no lloraba de tal manera. Que no me deshacía por dentro cuando alguien me abraza y me estruja con amor. Allí en ese pequeño rincón del mundo, envuelta en ti, y llorando.
Y llorando de verdad, sin siquiera quererlo, sin necesitarlo, llorando porque se me erizó el vello, el alma, porque se me encogió el corazón y no había sensación que describiera cuánto me haces sentir.

Por dios, ¿cuándo fue la última vez que lloré de felicidad? Allí, cómo si cinco años tuviera, -de repente- me puse a llorar. Y cada nota de música que sonaba sólo conseguía abrir más y más una grieta que llevaba años sepultada. De esto que viene alguien y te deja desnuda ante la realidad. De esto que te vacía de todo lo malo que existe en el mundo y de todo lo malo que has vivido y empieza a llenarte de algo tremendamente esperanzador. Algo raro, como una sensación de que podría tirarme toda la vida amándote de madrugada.
Y joder, qué bonito. Y qué puto miedo da.

Mira, no puedo predecir el futuro, no puedo ver más allá de mis ojos, no atisbo que nos depara todo lo que vendrá pero te aseguro, -y lo afirmo como lo peor que te puede pasar- nadie va a quererte como yo te quiero en ninguna de tus vidas.















No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mi foto
My madness keeps me sane.