Está todo dicho

Es de suponer que siempre necesitamos alguien a nuestro lado. Alguien compasivo pero que no sienta lastima. Alguien cálido pero no demasiado ingenuo. Alguien que venga y te abra los ojos y te asegure ''que las cosas pasarán cuando menos lo esperes''. Alguien que se presente y te traiga un abrazo y un beso para hacerte descansar. Nunca se me dio bien esto de hacer sentir mejor a los demás, aunque ellos digan lo contrario. Hoy quiero escribirte a ti, esposa mía. Pequeña, pequeña hada de los mundos que surcas tu mente y la mía. Tú que siempre andas bailando por los rincones y ayudándome a soñar. Tú que siempre piensas y después, con calma y un poco de sarcasmo, dices ''si tú lo sabes, lo que pasa es que te agobias, relájate''. Tú que sin estar aquí siempre estás presente; tú con tus sonrisas y tus palabras una y otra vez. Tú, chica con el pijama de lunares a colorines, tú, mi niña chiquitita y hermosa que vuela por el mundo sin entender las cosas, aunque parezca que si. Tú, como siempre valiente y mayor, mayor como los niños pequeños, que tratan de llorar pero no pueden, porque en realidad no hay nada dentro de ellos que les grite que lo suelten. Yo estoy aquí para decirte que llores en mi hombro, que llores fuerte y todo lo que quieras, y sino puedes llorar mírame a los ojos y divisa que estoy aquí para entender lo que sientas y hacerte descansar. Hacerte dormir mientras que te digo que todo pasará, que las cosas malas se van y que todo mejorará, que nunca estarás sola, porque eres mi niña, con la que me casé y con la que seguiré hasta que el destino diga, que las buenas personas, esas como tú, deben gritar a los cuatro vientos lo mucho que les ha castigado la vida y, sí, parar el mundo y bajarse, de golpe y de mi mano, pequeña, todo pasará así que ven aquí y cierra los ojos mientras que oyes mi susurro con un te quiero.

Lo que en verdad más contribuye a darle sentido a la vida, lo que menos cuesta y más vale es una grata sonrisa. Contiene bondad y cortesía mezcladas con amor humano. Vale más que un millón de dólares, y no cuesta ni un centavo