Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


sábado, 20 de junio de 2015

Mi ración de decepción diaria, por favor.


Vuelvo a casa con esa sensación agria en la boca de decepción. Y no sé, quizá existe un momento en el que llegas a acostumbrarte... pero para mi es tan triste que me doblega. No sabría cómo definirlo, es de las peores sensaciones que se pueden experimentar. Incluso peor que la soledad.

Es una especie de angustia vital que no puedes arreglar con nada. Lo único que lo alivia es la música. Las canciones más tristes del universo han sido compuestas para tal fin. Y no sé, supongo que es difícil pretender que alguien muestre un poco de interés -lo mínimo viable- por la sociedad. Por lo que nos rodea, por lo que vivimos cada día -por lo que nos ha hecho en algún rincón sentir-.


Es difícil no hacer daño.


¿No os entran a veces ganas de mandarlo todo a la mierda?


Así, sin fijarse siquiera en qué coño significa eso.


Estoy tan cansada de gente así. De verdad, no os hacéis una idea, agotada terriblemente.


La decepción es peor que un cáncer. Se mete dentro del corazón y no hay forma alguna de echarla. Se queda ahí plácidamente y me come poco a poco. Qué puta.


Nos pasamos la vida esperando que sucedan cosas que no van a suceder con la vana esperanza de encontrar algo que no existe. ¿No es genial?







No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mi foto
My madness keeps me sane.