Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


lunes, 28 de febrero de 2011

Escuchando de cerca, pero sin voz

Cuando haces algo mal, y ese algo se arregla, siempre quedará esa sensación de haber cometido un error y creado un mal recuerdo. No es algo que se pueda controlar. Se queda ahí y nada más. Ver una mirada rota o un simple gesto de inseguridad es lo que marca el comienzo. Y ya luego el final lo creas tú. Simplemente con ir e intentar decirle con las pocas palabras que tienes que lo sientes, que nunca sabrá todo lo que ronda tu cabeza y que entiendes que no quiera volverte a ver. Pero sin embargo, él te dice que te quedes allí un rato, mientras que tú lo torturas con tus fabulosos berrinches él te pide que te quedes allí. Y con una mirada te perdona, aunque tarde algo más en rozar tus labios. Sentir que te equivocas es una sensación peculiar que parece ocurrir muchas veces aunque, digan lo que digan, yo creo que no existen muchas ocasiones en las que uno se equivoque de verdad. Equivocación y dolor. Equivocación y todo lo que acarrea. Equivocación y no saber con certeza que ocurrirá después. Eso, señores, es mi capacidad de crear de la nada errores importantes.

2 comentarios:

  1. Señora, sepa usted que todos tenemos esa capacidad de equivocarnos, de crear de la nada errores importantes. Y que todos nos sentimos así después de haberlos cometido. De lo contrario todos seríamos perfectos, y sepa usted que la perfección es aburridísima. Sólo nos queda el papel de hacer equilibrismos sobre la fina cuerda de la vida, para no dañar con nuestra imperfección, las cosas más perfectas que tenemos, que son pocas y muy valiosas.
    Y por último sepa usted, señora, aunque debería saberlo ya, que es usted una de esas cosas casi-perfectas que hay en mi vida, y que espero no perderla nunca, porque, ¿Qué haría yo sin mi A?
    Te quiero preciosa, y muchísimo más que tú a mí

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  2. Sin equivocaciones la vida sería muy aburrida, por eso equivocate sin miedo

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My madness keeps me sane.