Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


domingo, 16 de enero de 2011

Las olas de la vida

Y como el mar, como esas suaves y tempestuosas idas y venidas de agua, las cosas regresan y se van, quizá desde el mismo comienzo o incluso desde alguno inventado que aparece así, de repente. Como el viento, los momentos se alejan un día para golpearte otro, y ahí, ahí siguen continuamente para recordarte lo finito que es todo, incluido tú mismo. Como la brisa de verano o esa pequeña helada en invierno, la vida es de colores y a la vez únicamente es capaz de pretender ser pintada, y no de ayudarte a realizarlo. Hay que coger una gran paleta de tonos imposibles y comenzar poco a poco a trazar líneas en ella dibujando. Pintando el sol, la luna, el cielo, pintando los besos, grabando las sonrisas, los te quiero, los miedos que se esfuman, las caricias e incluso, incluso las lagrimas. Como un salto en el vacío, de quien no teme a la muerte, así van y vienen las olas de la vida, arriesgadas, un tanto tontas y alocadas, llenas de adrenalina y de picardia envuelta en las llamas de los segundos. Así, tan ingenuas, surcando la existencia de cada persona y de sus mágicos, crueles e indispensables instantes.
¿Vida? Háblame de vida, glorioso corazón

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My madness keeps me sane.