Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


domingo, 23 de enero de 2011

Siempre quedará la voz suave del mar

Es curioso lo rápido que hacemos pasar el tiempo. Es curioso como, por ejemplo, podemos dejar a alguien atrás y olvidarnos de ese alguien así. De repente y sin mucha dilación. Cuando asegurábamos que lo era todo y ahora... bueno... ahora ya noEs algo cruel pero a la vez no tiene mucha importancia. Simplemente observé una foto. Algo que me hizo reflexionar pero que, de hecho, no toca ningún punto de mi vida en este momento. 
Chica X deja a chico X. Chica se enamora de chico P. Chica X y chico P comienzan una vida en común. Y... y fin. Pero... y ahora... ¿Qué demonios pasó con el chico X? Yo conozco a ese chico X. No demasiado pero, quizá lo suficiente para mendigar por mis ideas un rato. Él lo pasó realmente mal y, a la fuerza, tuvo que dejar los rincones llenos de su esencia y romper cada recuerdo. Y eso duele. Duele mucho más que cualquier otra cosa en el mundo porque, cuando nos quitan a alguien, de nuestro lado, quedamos presos del pasado. Algo que te engancha y no te quiere soltar. Porque duele. Duele en todas las noches de melancolía y en esos detestables y perfectos momentos que te hacían sonreír. 
Todos nos sentimos solos en algún momento de nuestra vida, aunque estemos rodeados de muchas personas. Todos, sin querer, percibimos como se caen las piezas en nuestra cabeza; como se caen los ladrillos que levantamos poco a poco durante más tiempo del necesario, como se caen las ilusiones y percibimos que, cuando andan por los suelos nadie corre a atraparlas. Y se escapan. Y no volverán. Aunque bueno... al fin y al cabo debemos tener preparadas algunas lagrimas por si, en un futuro, dejamos de asegurar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mi foto
My madness keeps me sane.