Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


lunes, 12 de septiembre de 2011

¿No crees?

A mi me gustan las relaciones raras. O demasiado normales. Me gustan las relaciones sorpresa. Las que vienen sin avisar, las que danzan en tu cabeza y tú tienes que echar a patadas, las que están ahí pero no deberían estarlo, las que van y te sorprenden y al día siguiente te dicen que eres la cosa más rara que han conocido jamás. Odio la rutina, eso es algo que se ve a la legua, no me gustan los mismos días más de dos días seguidos, y tampoco soporto estar en casa cuando se puede estar fuera. Yo nunca pensé que me vería con alguien y sin embargo ahora una no es capaz de verse sola. Nos hacemos mayores, como diría una vieja amiga. Estamos ya chochas, se nos va la vida por el fregadero. . . ¡QUE COÑO! No podríamos ser más jóvenes y tener más ganas de comernos el mundo, y no podemos hacer más cosas porque se acaban los días y el cuerpo desfallece. Yo pienso vivir cada segundo como si fuera el último de mi existencia, y si me equivoco, si la cago como la que más, lo que seguramente haré, sólo volveré atrás si es verdad eso de que no lo dí todo en el mejor instante. Hemos venido aquí para ser felices, y los que no quieran, los que no deseen eso pueden irse a la cola del paro mientras los demás luchamos por un futuro mejor.
Por cierto, no me gustan las colonias ni los peluches pero me encanta el sonido de las cuerdas de tu ventana.
Hoy cumple años la vida, y eso, se tiene que celebrar

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My madness keeps me sane.