Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


viernes, 17 de junio de 2011

Difuminado, sin forma

Y resulta que puedes percibir su aliento delante de tu boca. Obviamente quieres lanzarte a su cuello. Ese olor. Ese maldito olor que tanto adoras y a la vez te quema y escuece. Y resulta que estás tú ahí sabiendo que es mera cuestión de existir o dignidad que estés delante y no lo puedas besar. Porque no puedes. Y su boca se acerca a ti pero disimulas y lo miras a los ojos. Esos ojos. Y esas cuestiones sacadas de otro mundo que divergen entre tu mente y la infinidad de sensaciones que provocan. Y quizá quieras preguntarle si te quiere besar. Sin embargo has obtenido la respuesta algún tiempo antes. Como piezas de puzzle esas cuestiones encajaron cuando no debían hacerlo. Y tú lo quieres besar. Y entonces te arrancas los resquicios de osadía que estás cometiendo y te vas a otra cosa mientras él continúa ahí. Y lo miras, porque una fuerza incontrolable te obliga a mirarlo. Y observas como se mueve, como gira el rotulador y cómo se toca el pendiente de su oreja. Y te ríes. Y te odias. Y te acojonas.
Perderse suena demasiado bien. El mundo no quiere que te pierdas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mi foto
My madness keeps me sane.