Salvarle a alguien la vida para destrozársela tú.


sábado, 28 de abril de 2012

3 días después.


Fogonazos de luz. O en su declive de oscuridad. Incansables, que no se rinden. Que a veces mueren, y otras te despiertan . Dejaron de ser sueños algún tiempo atrás. Pura palabrería, o quizá pura verdad. Tal vez disfrazada. No es hora de pedir, ya no queda nada más. Que te devuelvan lo que es tuyo, y un sé feliz, como dices siempre. Vuelven a ti y te acorralan. Y les gritas, casi afónita. ''¿Cómo no te voy a querer?'', y desechos. Instantes. Uno más, y otro, y disculpas y recelos y secuencias que impactan. La lluvia que resbala por tu mejilla, sonrosada. La gente que se pierde los mejores momentos de la vida. Mojarse cuando diluvia, calentarse en la chimenea o tan sólo recordar. A veces recordar duele, igual que lo bueno, que también duele. Sobretodo cuando se va. ¿Y porqué dejamos que se vaya? ¿Más fácil adormecerse? Y de nuevo flashes que se disparan en tu subconsciente. Caminos largos, que se turban de niebla, que resurgen en mitad de destellos. Nadie brilla como tú y mi corazón late, imparable mientras un sudor frío recorre mi espalda. Diferentes agonías, imperdonables lamentos. Ahora te jodes. ¿Y qué más dará? Ya no te lo pueden quitar, aunque ni siquiera lo percibas. Qué culpa tengo, si ya no me acuerdo. Y más fogonazos de luz, más conversaciones tristes, o que suscitan tu atención. Recuerdos. Despiertos. Indomables. Callaos de una vez.
Por favor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mi foto
My madness keeps me sane.